Ministerio de la Mujer

Historia

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La historia del Ministerio de la Mujer

 A. El comienzo

El Ministerio de la Mujer no es algo reciente. En 1898, la señora S. M. I Henry, animada por Elena de White, lideró el departamento del Ministerio de la Mujer en la iglesia. La historia de sus comienzos es impresionante.

Sarepta Myranda Irish Henry nació en la familia de un pastor metodista. Sarepta pasó su infancia y juventud acompañando a su padre en los itinerarios. Cuando llegó a la juventud, asistió al Rock River Seminary. En 1861, Sarepta se casó con James W. Henry, quien falleció dos años después dejándola con tres hijos pequeños. Logró mantener a la familia dando clases y escribiendo historias y poesías para publicación.

Asustada porque cierto día de primavera, en 1874, vio a su hijo intentando entrar a un bar y decidió organizar a las mujeres cristianas de Rockford, Illinois, para promover de manera activa la temperancia. Gradualmente, su esfera de acción se fue ampliando y ella se convirtió en evangelista nacional de la recién organizada Unión de Temperancia de las mujeres cristianas (UTMC).

Aproximadamente a fines de la década de 1880, debido a la carga pesada de viajes y charlas, Sarepta se enfermó, y cerca de 1895 quedó inválida debido a un problema cardíaco.  En búsqueda de ayuda, fue al Sanatorio de Battle Creek. A fines del verano de 1896, aceptó las enseñanzas de los adventistas del séptimo día y, poco después se sanó y retomó su trabajo en la UTCM.

En 1898, elaboró un plan llamado “ministerio de la mujer”. Ella presentó seminarios de costa a costa de los Estados Unidos y Canadá y enfatizó el papel de la madre en la educación moral de la sociedad. A. W. Spalding afirmó posteriormente que de la obra realizada por ella en la iglesia adventista surgieron los primeros pasos del esfuerzo organizado para capacitar a padres y ayudarlos en sus problemas (SDA Encyclopedia, t. 10, p. 691).

En ese mismo año, renunció a su cargo de evangelista nacional de la UTMC con el objetivo de volcarse de lleno a la movilización de las mujeres adventistas en la obra de Dios. Ella creía que las mujeres debidamente organizadas, capacitadas y orientadas podrían realizar una obra igual o superior a la de la UTMC.

La Sra. Henry trabajó con cada grupo de mujeres consagradas y excelentes; personas instruidas, con recursos y carácter cristiano. Por otro lado, parecía que muchas mujeres adventistas eran un tanto apáticas, sin ambiciones y cómodas en sus perspectivas. Habían recibido maravillosos consejos e instrucciones; eran sinceras y devotas pero, de hecho, conocían poco de su propia misión y de las posibilidades en la iglesia. Por ese motivo, Sarepta comenzó a trazar un plan para involucrarlas en el servicio a Dios.

En esa ocasión, ella recibió una carta de Elena de White, quien se encontraba en Australia:

Parte del texto decía:

“Hermana Henry:

 “... He estado pensando que con su experiencia y la supervisión de Dios, usted podrá ejercer influencia para poner en funcionamiento las líneas de trabajo en las cuales las mujeres podrían unirse y trabajar para el Señor.

          “Sin dudas, allí debería haber un gran número de mujeres involucradas en la obra de ministrar a la humanidad que sufre, elevándola, educándola en cómo creer, simplemente creer, en Jesucristo nuestro Salvador...

          “Me entristece que nuestras hermanas en  los Estados Unidos no estén realizando la obra que podrían hacer para el Señor Jesús. A muchas mujeres les gusta conversar. ¿Por qué no pueden hablar con las palabras de Cristo a las almas que están pereciendo? Cuando más nos relacionemos con Cristo, más nuestro corazón conocer�� la degradación de las almas que no conocen a Dios.  

          “Estoy segura de que las enseñanzas de Cristo, por medio de quien, como agente humano, él comunicó su luz, su verdad. Usted es el frágil instrumento a través de quien opera el poder oculto de Dios, para que la fuerza de él pueda ser perfeccionada y hecha gloriosa en su debilidad.

 “Firma: Sra. E. G. White”.

Ahora que su plan se había convertido en una función específica, sintió recibir luz verde para proseguir y comenzó a hacer realidad sus sueños.

 En su libro A Woman Ministry [el ministerio de la mujer], ella comenzó a ver el trabajo que las mujeres podrían realizar en su propio hogar y entonces prosiguió: “esto debe salir de nuestras mujeres a todos los hogares del mundo. Y cuando todas las mujeres entre nuestro pueblo aprecien su oportunidad y se regocijen en ella misma, viendo no las cargas que deben llevar, sino la fuerza en abundancia que se les concede; viendo no el peligro de los leones que vienen en camino, sino como estos tiemblan y se someten delante de la valentía de hasta la más débil fe que una mujer pueda poseer; solo entonces nuestro ministerio se ampliará, fortalecerá y vencerá”.

La Sra. Henry preparó tarjetas de estudio, una para la obrera y otra para el alumno. Al firmar la tarjeta, la obrera se comprometía a instruir de tal forma en toda la verdad, a ser de tal manera conducida por el Espíritu Santo y de tal manera enseñada por el verdadero ministerio de la mujer que en su propio hogar, entre sus vecinos y en su círculo social inmediato pueda estar preparada para trabajar por la humanidad que sufre y ayudar a levantar al caído e instruir al ignorante para que crea, simplemente crea, en Jesucristo, el Salvador: para que el primer reflejo de toda alma sea Jesucristo.  Entonces, si seguía al Cordero de Dios, mientras continuaba aprendiendo, tendría un conocimiento inteligente de lo que es la verdad.

El voto de la aprendiz dice: “estudiar para conocer los principios que constituyen el carácter cristiano, conforme a lo establecido en la Palabra de Dios, y vivirlos de manera práctica en las cuestiones comunes del diario vivir”.

La señora Henry dio inicio a un sistema de correspondencias por la cual las mujeres podían recibir respuestas a sus dudas y orientaciones por medio de cartas personales.

En 1899, Sarepta recibió centenas de cartas, oró por ellas y respondió una por una. Ella estaba decidida a establecer una agencia en la Asociación General para poder compartir ese trabajo con alguien.

Le escribió a Elena de White:

          hace algún tiempo que he querido escribirle y contarle sobre el trabajo de las mujeres, porque sé que muchos aspectos de este trabajo alegrarían su corazón, aunque, naturalmente hayan otros aspectos que podrían causarle muchas horas de tristeza. Nunca antes vi situaciones tan tristes como algunas que aparecen en esas cartas, y eso me hizo entender cómo el Señor actuó para que se abriera esta línea de trabajo para nuestras mujeres.

          “Ya hemos comenzado a ver los resultados en la conversión de almas. Esas conversiones han sido, principalmente, entre los maridos de nuestras hermanas.  

          “Esta obra está avanzando entre nuestras mujeres con gran poder. Ellas están ansiosas por participar y las cartas que recibo revelan cuán necesario era que comenzaran a trabajar.  

 Elena de White le respondió y le dio ánimo en sus cartas:

“La obra que usted está realizando para ayudar a nuestras hermanas a sentir la responsabilidad individual para con Dios es muy necesaria. Hay muchas cosas que han sido descuidadas; pero al ver que estas líneas han sido trazadas en líneas claras, sencillas y definidas, podemos esperar que los deberes esenciales del hogar, en vez de ser descuidados, se hagan de manera mucho más inteligente.  

          “Si logramos hacer las cosas bien, de la manera en la que usted está trabajando ahora, para tener grupos organizados en forma regular, de personas instruidas sobre cómo deben actuar como siervas del Maestro, nuestras iglesias tendrán la vida y vitalidad que hace mucho se necesitan.  

          “... De manera general, nuestras hermanas tienen dificultades debido al aumento de sus familias y a sus pruebas difíciles. Hace mucho tiempo que anhelo mujeres que puedan ser educadoras, con el objetivo de ayudar a sus hermanas a erguirse de su desánimo y a sentir que pueden realizar la obra del Señor. Ese esfuerzo ha traído rayos de sol a la vida de ellas y esto se está reflejando en el corazón de los otros. Dios las bendecirá como también a todas aquellas que se unan a esta gran obra”.

En 1899 la Sra. Henry publicó una columna semanal en la Revista Adventista titulada “Mujeres en la obra del evangelio”. La columna presentaba estudios bíblicos, poesías, cartas y consejos prácticos.

En noviembre de 1899, la Sra. Henry le escribió a Elena de White sobre su viaje al oeste de los Estados Unidos para proponerle la obra del Ministerio de la Mujer.  Su secretaria agregó una parte que decía: “Su obra es siempre recibida con el mayor interés por todas partes donde ella va. Los periódicos son muy liberales al relatar la historia de ella, mucha veces presentan un buen resumen de su vida y sinopsis completas de sus seminarios”.

La misma Sra. Henry escribió: “Ahora me quedo en casa por cinco meses. He viajado por más de catorce mil kilómetros; me hallé en casi todas las condiciones climáticas que ponían a prueba hasta la fuerza de los más robustos y, sin embargo, regresé en buenas condiciones. Después de un día de descanso, asumí el trabajo que me aguardaba en mi despacho, sin ningún sentimiento de debilidad y con fuerza y valentía para todo lo que se halla delante de mí”.

El día 3 de enero de 1900, la Sra Henry asistió a la asamblea especial de los líderes de la Asociación General, en Graysville, Tennessee. El 12 de enero se enfermó de neumonía. Se hizo todo lo posible para salvar su vida pero, el 16 de ese mismo mes, falleció. Fue sepultada al lado de sus padres Pecatonica, Illinois. (Margaret R. White, Whirlwind of the Lord, pp. 297-320).

Las nueve mujeres miembros de la comisión de los ministerios de la Mujer de la Asociación General, intentaron llevar adelante el trabajo por algún tiempo. Sin embargo, en junio de 1901 la columna de mujeres de la Review and Herald desapareció. La comisión se desanimó sin su líder y el Ministerio de la Mujer dejó de existir como departamento de la iglesia, aunque las mujeres continuaron trabajando individualmente para Dios de muchas maneras. El departamento no volvió a existir hasta 1990, con el restablecimiento del Ministerio de la Mujer en la Asociación General.

B.      El Ministerio de la Mujer a lo largo del tiempo

1844 - Ellen Harmon recibe su primera visión.
1874 - La Sra. Henry Gardner establece la primera sociedad de Dorcas, en Battle Creek, Michigan, pela Sra. Henry Gardner.

- La Sra. S. M. I. Henry se convierte en evangelista nacional de la Unión de Temperancia de las Mujeres Cristianas.
1896 - La Sra. S. M. I. Henry se une a la Iglesia Adventista del Séptimo Día después de haber hecho un tratamiento en el Sanatorio de Battle Creek.

1898 - El 30 de marzo, la Sra. Henry recibe una licencia ministerial de la Asociación General. Ella inicia la obra del Ministerio de la Mujer, animada por Elena de White.

1899 - La Sra. Henry produjo un artículo semanal en la Review and Herald llamado: “Women’s Gospel Work” (el trabajo de evangelismo de las mujeres). Viajo por muchos lugares promoviendo el Ministerio de la Mujer.

1900 - Fallece la Sra. Henry. Las nueve mujeres, miembros de la comisión, continúan el trabajo por un corto período de tiempo pero después desisten. Se interrumpe la obra organizada del Ministerio de la Mujer.

1915 - Fallece Elena de White.

1980 - Asamblea de la Asociación General, en Dallas. El presidente Neil C. Wilson llama a la iglesia a encontrar formas de organizar y emplear el enorme potencial representado por los talentos de las mujeres.

1985 - El concilio anual establece la Comisión del Consejo del Ministerio de la Mujer. Se nombra a Betty Holbrook como presidente.
1988 - Karen Flowers se convierte en la directora de la Comisión del Consejo del Ministerio de la Mujer. Ellas establecen la declaración de misión del Ministerio de la Mujer, la misma que se usa actualmente en el Departamento.

1989 - Karen Flowers presenta un estudio sobre las mujeres en el liderazgo del campo mundial a la Comisión sobre el papel de las mujeres, en Cohutta Springs. La reunión recomendó que la AG estableciera el departamento del Ministerio de la Mujer, con directoras de tiempo integral para el departamento.
1990 - El junta directiva, que se reunió el 4 de octubre, votó la apertura del departamento del Ministerio de la Mujer. Rose Otis fue elegida como directora.

1993 - La DSA nombra a la Sra. Susana de Schulz como directora del MM, pero sin estatus de departamento.

1995 - El Ministerio de la mujer recibe estatus pleno de departamento en la Asamblea de la AG, Utrecht. Ardis Stenbakken es elegida como directora asociada. Para fines de 1995 las siguientes divisiones ya habían establecido el Departamento del Ministerio de la Mujer: División Africana y del Océano Índico, División Euro-Asiática, División Norteamericana, División Asiática del Pacífico, División Sudamericana, División del Pacífico Sur, División Sudasiática, División Transeuropea y la Unión Asociación de Sudáfrica.

1995 - La DSA reconoce el Departamento del Ministerio de la Mujer y lo establece. Su primera directora fue la Sra. Vasti Viana.

1996 - Las Divisiones de África Oriental; Euroafricana y la Interamericana establecen el Departamento del Ministerio de la Mujer. En marzo se realiza la primera reunión del concilio Mundial del MM.

- Dorothy Eaton Watts fue elegida para sustituir a Rose Otis, quien renunció al ser nombrada vicepresidente de la División Norteamericana.

1997 - En la Junta Directiva, Ardis Stenbakken fue elegida para sustituir a Dorothy Watts, quien renunció cuando su marido fue nombrado presidente de la División Sudasiática.

2000 - Evelyn Nagel es nombrada directora asociada del departamento del MM en la DSA, donde actuó hasta noviembre del 2006.

2005 - Heather Dawn-Small, asume el departamento del MM en la IASD a nivel mundial. La misma junta directiva nombra a Raquel Arrais como directora asociada.

2005 -  Wiliane Marroni es designada como directora asociada del Ministerio de la Mujer en la División Sudamericana.

2007 - Wiliane Marroni asume el Ministerio de la Mujer para la DSA en la División Sudamericana.

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