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Lidia

Lidia era una comerciante en Tiatira, que vendía costosas prendas de púrpura. Era una adoradora del verdadero Dios, y ofreció hospitalidad a los discípulos. Había llegado el tiempo para que el evangelio se predicase más allá de los confines del Asia Menor [...]. El llamado era imperativo y no admitía dilación [...]. Declara Lucas [...]: […]


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hijas-de-Dios_20lidiaLidia era una comerciante en Tiatira, que vendía costosas prendas de púrpura. Era una adoradora del verdadero Dios, y ofreció hospitalidad a los discípulos.

Había llegado el tiempo para que el evangelio se predicase más allá de los confines del Asia Menor [...]. El llamado era imperativo y no admitía dilación [...]. Declara Lucas [...]: “Zarpando, pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis; y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia”. “Y un sábado”, continúa Lucas, “salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo, y el Señor abrió el corazón de ella”. Lidia recibió alegremente la verdad. Ella y su familia se convirtieron y bautizaron, y rogó a los apóstoles que se hospedaran en su casa. Los Hechos de los Apóstoles, 172 (1911).

El Espíritu de Dios solo puede iluminar el entendimiento de los que están dispuestos a ser iluminados. Leemos que Dios abrió los oídos de Lidia para que prestara atención al mensaje presentado por
Pablo. La parte de Pablo en la conversión de Lidia era declarar todo el consejo de Dios y todo lo que era esencial que ella recibiera, y entonces el Dios de toda gracia puso en acción su poder, y condujo esa alma por la senda correcta. Cooperaron Dios y el agente humano, y la obra tuvo un éxito completo. Comentario Bíblico Adventista 6:1061-1062 (1900).

Lidia escuchó un mensaje que le aseguró que Jesús la amaba por la persona que era; Lidia, la comerciante de prendas púrpuras.
Jesús abrió sus brazos y la acogió. Esos brazos están abiertos también para ti.

Si te sientes excluida, marginalizada, solitaria, recuerda que hay un lugar donde tú serás siempre aceptada.
Una persona que siempre te considerará parte de su círculo íntimo. Jesús te invita hoy a ser parte de ese círculo y a aceptar su gran amor.

"Y estaba escuchando cierta mujer llamada Lidia, de la ciudad de Tiatira, vendedora de telas de púrpura, que adoraba a Dios; y el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía." (Hechos 16:14).

Fuente: Hijas de Dios, Elena de White. Daughters of Grace, Trudy J. Morgan-Cole.

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