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La mujer cananea

Clamar a Dios por socorro es una actitud natural, pero muchas veces parece que no deparamos con un silencio ensordecedor. Muchas personas pueden testificar que en el momento de crisis, cuando las cosas parecen llegar hasta el punto más profundo, ellas clamaron a Dios y recibieron solamente un silencio vacío como respuesta. A veces parece […]


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hijas-de-Dios_19cananeaClamar a Dios por socorro es una actitud natural, pero muchas veces parece que no deparamos con un silencio ensordecedor. Muchas personas pueden testificar que en el momento de crisis, cuando las cosas parecen llegar hasta el punto más profundo, ellas clamaron a Dios y recibieron solamente un silencio vacío como respuesta. A veces parece que Dios nos ignora, pero no es verdad.

Es difícil no escuchar un tono de alegría en la voz de Jesús al responder: "Oh mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas." (Mateo 15:28). La Biblia dice que en aquel instante la niña fue curada.

Así la historia tiene un final feliz. La mujer cananea vuelve a su casa y encuentra a la hija curada. Jesús la recompensa por la fe que la capacitó a ser perseverante, aun delante de una respuesta desalentadora.
De hecho muchas veces no entendemos la razón de Dios al no responder nuestras oraciones, nuestras suplicas de ayuda.
Jesús apreciaba la persistencia. Aprecia las personas como la mujer cananea cuya fe era lo suficientemente fuerte para no dejarla rendirse.

Cuando con todas tus fuerzas, llames a la puerta de Dios y no seas atendida, no te rindas. Puede ser que no entiendas la razón del silencio, pero Él está allí. Te esta escuchando. Y, sí, a Él le importas.

"Entonces Jesús le dijo: "Oh mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas." Y su hija quedó sana desde aquel momento." (Mateo 15:28).

Fuente: Daughters of Grace, Trudy J. Morgan-Cole.

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