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“Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará” (Salmo 37:4-5). En el 2002 tuve una excelente oportunidad de trabajar en el banco Santander. La vacante era “un sueño”, todo estaba bien y yo, por supuesto, muy feliz. El horario […]


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“Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará” (Salmo 37:4-5).

En el 2002 tuve una excelente oportunidad de trabajar en el banco Santander. La vacante era “un sueño”, todo estaba bien y yo, por supuesto, muy feliz. El horario de trabajo de lunes a viernes, buen sueldo, todo era perfecto, excepto un detalle: la capacitación. Debido a la necesidad de la empresa la capacitación sería en tres semanas, incluyendo los sábados. “Tal vez, si habla con su pastor, él le puede dar libres esos sábados”, fue lo que Malú me dijo (directora general del área de atención al cliente). ¡Necesitamos que asista sólo tres sábados! No puedo, respondí, esto no es asunto del pastor o la iglesia, es un asunto de principio. Dios nos ordenó: “Acuérdate del día sábado para santificarlo…”.

“Bien, usted es buena para Dios pero no para nosotros”, dijo la directora. Estas palabras fueron un golpe a mi corazón. Lloré y lloré por varias horas, le pregunté a Dios por qué tanta humillación. Cuando me calmé, oré: “Oh Dios, tú eres el sustentador de todo, eres el dueño del oro y de la plata, deseo trabajar en un banco, ya hice más de un intento sin éxito; ayúdame a entender lo que tú quieres para mí, no voy a insistir más, si es tu voluntad dame otra oportunidad, de lo contrario, me olvidaré”.

El tiempo pasó y en noviembre de 2009 dejé de estar cesante, pues conseguí un puesto para trabajar en el Banco Itaú. En el momento pensé ¿Será que estoy haciendo bien en insistir? Antes de presentarme, oré nuevamente: “Señor, solo quiero continuar en mi proyecto, si así es tu voluntad”. Terminada mi oración, sentí una enorme convicción de que sería una realidad, y ¡fue así! En diciembre de 2009 yo era la persona más joven contratada por el Banco Itaú. Esta vez, las lágrimas fueron de alegría por reconocer que Dios honra a aquellos que le honran. Hoy trabajo de lunes a viernes desde 9:00 a 15:00 y estoy muy feliz y agradecida a mi Dios.

“No se derraman lágrimas sin que él lo note. No hay sonrisa que para él pase inadvertida” (El camino a Cristo, p. 85).

“Por la noche durará el lloro y a la mañana vendrá la alegría” (Salmo 30:5 u.p.).
Katita Mora Romão Guimarães
Iglesia de Vila Hosana, SP
Unión Central Brasileña

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