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Súper papá

Lo que pretendemos mostrar como súper papá es a un hombre que puede ser pobre o rico; puede ser culto o iletrado; puede vivir en una gran ciudad o en el anonimato de una isla lejana, aislado de casi todos.


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Esta expresión puede evocar la imagen de una persona tipo Rambo o Sansón. Sin embargo, no es ese el enfoque que queremos darle. Tampoco es la imagen de un héroe invulnerable, un verdadero dios en la Tierra.

Lo que pretendemos mostrar como súper papá es a un hombre que puede ser pobre o rico; puede ser culto o iletrado; puede vivir en una gran ciudad o en el anonimato de una isla lejana, aislado de casi todos.

EL SÚPER PAPÁ ES:

  • Simplemente un hombre. Un hombre como cualquier otro que ríe, llora, se deleita en la contemplación de la naturaleza, de una bella puesta de sol, de la quietud de un lago, de la sonrisa de un niño, en la llovizna.
  • Es alguien que trabaja mucho, de sol a sol, para llevarle a su familia el alimento, el abrigo y los estudios de los hijos.
  • No siempre puede darles a sus hijos todo lo que ellos quieren, pero todo lo que él tiene, incluso él mismo, les pertenece a ellos. Y eso hace la diferencia.
  • Es un hombre que encuentra tiempo, no mucho, para estar con su familia, y que siempre está dispuesto a escuchar, sentir, cuidar, tocar, caminar al lado del otro.
  • A veces, él hace cosas de las cuales después se arrepiente. Por ejemplo, pierde la paciencia delante de la testarudez del hijo, levanta la voz para reprender al adolescente que llegó tarde a casa, corrige de manera irritada a los pequeños que se peleaban por el mismo juguete; sin embargo, después de reflexionar sobre sus actitudes, tiene la nobleza de reconocer su error y, mirando directamente a los ojos de sus hijos, les pide disculpas, y después los abraza, besa y ora con ellos.
  • Este súper padre también ama profundamente a la madre de sus hijos y le es fiel. Él se involucra en las tareas domésticas. Es cariñoso y gentil en sus actitudes, tanto dentro como fuera de la casa. Los hijos saben que entre ellos existe un amor sincero y puro.
  • Es un verdadero modelo de cristianismo que da testimonio a los hijos y a la comunidad. Es alguien que sabe establecer el ritmo de la espiritualidad dentro de la casa y lo hace de manera amable, sin fariseísmo o presión, como un hombre de carácter varonil y de pasiones controladas.
  • Representa a un legislador dentro de su casa y tiene a todos los miembros centralizados en él como verdadero sacerdote, intercediendo y confesando delante de Dios sus pecados y los de su casa, tanto los conocidos como los secretos.
  • Este hombre no confía en sus propias fuerzas, pues ya sabe es que es un humano falible, por eso, se apoya en las fuerzas del Altísimo. Toma a la Palabra de Dios como su consejera, a la oración como su escudo, y tiene a los ángeles por cooperadores en su caminata diaria.

Quizás usted se esté preguntando: ¿es posible ser un súper papá en esta sociedad posmoderna?
Siguiendo el pensamiento de Charles R. Swindoll, en The strong family [La familia fuerte], preguntamos: ¿Cómo se puede romper con ese sistema que comenzó con la revolución industrial, que saca a las personas de la vida tranquila en la que vivían para colocarlas encimadas en ciudades superpobladas?
¿Cómo mantener el mismo tipo de relación familiar ahora, viviendo en departamentos minúsculos, cuando el papá y la mamá tienen que salir cuando todavía es de madrugada para trabajar en grandes fábricas o industrias como verdaderos robots?

Realmente parece imposible ya que nuestra sociedad creó otro modelo de padre: el padre urbano, que sale temprano de la casa y vuelve tarde a la noche. Es el papá sombra. Solo ve a sus hijos cuando duermen y únicamente los ve despiertos los fines de semana, si es que no hace horas extras.

Delante de ese panorama ¿qué hace el sistema? Para compensar su ausencia, anima a los padres a darles a los hijos todas las cosas que ni siquiera ellos tenían, pero que querían tener. Entonces, llenan a los niños de juguetes electrónicos, ropas de marca, título de socio de algún club, cursos especiales de natación, buenas escuelas, idiomas, música, etc. Buscan sustituir esa ausencia a través de los bienes materiales: una buena casa, una TV para cada uno, incluso un Home Theater, tarjetas de crédito, computadoras, celulares…y la lista sigue.

Desgraciadamente, nada de eso sustituye la presencia del padre. ¿Dónde quedaron esos momentos mágicos en los cuales los hijos aprendían a los pies de sus padres? ¿Adónde fue a parar aquella agradable compañía masculina cuando toda la familia se reunía para distraerse y relajarse? ¿Dónde disfrutarán de la seguridad y el sentimiento de integridad que transferían a los más jóvenes? ¿Será que todo eso se perdió en medio del alboroto social en el que vivimos?

Creemos que necesitamos movilizarnos y comenzar una revolución. La revolución del Padre presente. Debemos decirle “no” al sistema que lleva a los padres lejos de sus familias, lejos de aquellos a quienes más ama: su esposa e hijos.
Es necesario comprender que los hijos necesitan de la presencia del padre mientras este está vivo. Necesitan de su influencia en la toma de decisiones importantes de la vida. Usted, padre, debe estar al lado de ellos y que esas ocasiones sean los recuerdos más agradables que tengan de usted.
Querido papá, su familia no espera que usted sea un modelo de perfección, un superhéroe en todas las áreas. ¡No! Su familia solo lo quiere a usted, sin maquillaje o máscaras. Su familia quiere escuchar su voz, ver su sonrisa, sentir su presencia, contar con sus palabras de apoyo, de ánimo, de aliento. Su familia quiere su participación y sus oraciones.

Pídale a Dios que lo ayude a ser un súper papá siendo, simplemente, PAPÁ.
Odiléia Lindquist, Revista Adventista, 2005, Casa Publicadora Brasileña

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