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Proverbios 22:6

El texto de proverbios 22:6, en la versión Reina – Valera 1960 dice: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Este texto ha causado perplejidad a muchos, porque generalmente se entiende como si se diera por sentado que si a un niño se le enseñan las verdades bíblicas, nunca se desvía de la fe, ni siquiera en la vejez.


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EL LIBRE ALBEDRÍO NO NOS EXIME DE EDUCAR A LOS HIJOS

El texto de proverbios 22:6, en la versión Reina – Valera 1960 dice: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Este texto ha causado perplejidad a muchos, porque generalmente se entiende como si se diera por sentado que si a un niño se le enseñan las verdades bíblicas, nunca se desvía de la fe, ni siquiera en la vejez. Pero el hecho es que, muchas veces, los padres ven, con el corazón destrozado, que sus hijos dejan la iglesia y reniegan de las verdades en las que una vez creyeron, a pesar de la buena instrucción que se les dio, desde los años más tiernos.
¿El texto de Proverbios 22:6 afirma que los niños instruidos en las verdades bíblicas nunca apostatan? Si así fuera, ¿dónde queda la libertad de elección (incluso de elegir el mal) que Dios le dio al ser humano? El hecho de que Dios respeta la lección de cada persona queda claro en pasajes como: “He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición” (Deut. 11:26); “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal” (Deut. 30:15); “…he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Deut. 30:19); “…escogeos hoy a quién sirváis” (Jos. 24:15); “Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho” (Isa. 1:19-20).

ANÁ­LI­SIS DE PROVERBIOS 22:6

Una traducción literal del hebraico diría lo siguiente: “Instruye al niño al comienzo de su camino y ni cuando sea viejo de alejará de él”. ¿A qué se refiere el complemento “de él” (mi­me­nâ)? Parece claro que se refiere al “camino” (derek) de la frase anterior. Pero ¿cuál sería el contenido de esa instrucción? La respuesta debe buscarse en el contexto del capítulo 22 de Proverbios, especialmente en los cinco primeros versículos. Cabe destacar, antes de todo, que el capítulo 22 de Proverbios es un texto Sapiencial, y la característica distintiva de este tipo de literatura es el fuerte énfasis en la conducta del individuo. De esta manera, el camino del cual el niño no se apartaría es el camino del “buen nombre”  (Prov. 22:1), de la “pru­den­cia” (22:3), da “hu­mil­da­d”, que lleva al temor de Jehová (22:4), y a alejarse del “camino del perverso”  (22:5). De esta manera, el texto estaría diciendo que, si se enseñaran esas virtudes (honestidad, prudencia, humildad), podrían durar toda la vida.

Posiblemente, lo más dificulte la comprensión de Proverbios 22:6, haciéndolo incluso contradecir a otros textos sobre el libre albedrío que Dios dio a los seres humanos, sea el hecho de tomar el texto solamente en sentido teológico, o sea, tomar el “camino” por el cual el niño debería andar como si se tratara de las verdades bíblicas, en las cuales debería seguir. Como vimos en el párrafo anterior, Proverbios 22:6 debe ser visto, en primer lugar, como un texto sapiencial, con un enfoque en las reglas del buen comportamiento  que los padres deberían enseñar a los hijos. De este modo, el primer sentido es ético -conductual. La versión DHH (Dios Habla Hoy) parece transmitir mejor el sentido del versículo al expresar: “Educa a tu hijo desde niño, y aun cuando llegue a viejo seguirá tus enseñanzas”.

Una palabra más sobre el texto mencionado. Si alguien pretende tomarlo en sentido teológico, y que “camino” se refiera a las verdades bíblicas que deben enseñar los padres a los hijos, se debería hacerlo tomando el verbo hebraico sa­var (“des­viar”) en el sentido de “evi­tar”, “ces­ar”. En ese caso, el texto podría estar diciendo que una persona instruida en las verdades de la Palabra de Dios no podría “desviarse” de ellas, en el sentido de “evitar” que esas verdades le vengan a la mente, incluso viviendo lejos de Dios, y en el sentido de que alguien que fue enseñado en los caminos de Dios es inmune a la apostasía. Tomado en sentido teológico, Proverbios 22:6 debería ser visto como un principio general para el cual hay muchas excepciones, de las cuales podemos mencionar algunas: Dios perdió a la tercera parte de sus hijos (Apoc. 12:4, 7-9); Esaú se hizo impuro y profano, a pesar de la vida de fe que vivió su padre Isaac  (Heb. 12:16); y los hijos del profeta Samuel se volvieron corruptos y no quisieron imitar la vida piadosa de su padre (1 Sam. 8:1-5). Podríamos decir, entonces, que si un niño procede correctamente delante de Dios, viviendo de acuerdo con su voluntad, es porque eso le fue enseñado desde chico, y que Proverbios 22:6 no es una promesa divina de que una vez que el niño recibió las instrucciones de la Palabra de Dios no apostatará.

COMPARACIÓN CON JEREMÍAS 31:16, 17

Otro texto que, al igual que Pro¬ver¬bios 22:6, ha sido mal entendido es el de Jeremías 31:16-17: “Así ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová, y volverán de la tierra del enemigo. Esperanza hay también para tu porvenir, dice Jehová, y los hijos volverán a su propia tierra”. Este texto ha sido comprendido como una promesa de Dios de traer de nuevo a los hijos alejados de la iglesia cuyos padres permanecen fieles. ¿Será que eso es lo que quiere decir el texto?
Una regla básica de la interpretación bíblica es ver el contexto de cualquier pasaje de las Escrituras para ver su aplicación primaria. Si echamos un vistazo al contexto de los versículos 16 y 17 del capítulo 31 de Jeremías, veremos que se refieren primeramente al cautiverio babilónico. Esa promesa trata del júbilo por la promesa de liberación, mencionada en el capítulo anterior (cap. 30). El texto de Jeremías 31:16 y 17 debe ser analizado a la luz de versículos como el de Jeremías 30:0: “Por¬que […] haré volver a los cautivos de mi pueblo; […] y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán”, y de Jeremías 31:8: “He aquí yo los hago volver de la tierra del norte, y los reuniré de los fines de la tierra”.

En una explicación secundaria del texto de Jeremías 31:16-17, podría pensarse en la promesa de Dios de traer a los hijos de los padres cristianos de regreso al redil. Pero eso solo podría suceder si esos hijos consintieran con la actuación en sus vidas y escucharan la voz del Espíritu Santo. De lo contrario, Dios estaría violando el derecho de ellos de elegir el bien o el mal (Deut. 30:15-19).
En conclusión, se puede decir que Proverbios 22:6 no debería entenderse como una garantía de que, una vez instruido en las verdades de la Palabra de Dios, el niño nunca se apartaría de ellas. Como ya hemos mencionado, el texto en alusión se refiere, en primer lugar, a la enseñanza de los buenos hábitos a los niños, los que tienden a permanecer toda la vida.

Pero el hecho de que Dios respete el libre albedrío dado a las personas no nos debe llevar al ser pasivos en cuanto a la enseñanza de los caminos de Dios a nuestros hijos. Con seguridad, ellos podrán optar por el bien, solo si se les enseña, ya que todos nacemos malos (Efe. 2:3). Pero, después de enseñar el bien, son nuestros hijos quienes deben tomar una decisión, para bien o para mal, y Dios la respeta. Para todos, padres e hijos, las palabras de Isaías 55:6-7 siguen en vigencia: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”.

Ozeas Cal­das Mou­ra, Revista Adventista, 2002, Casa Publicadora Brasileña

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