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EL MINISTERIO DE PEDRO | Lección 6: Para el 11 de agosto de 2018

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Hechos 9:32-43; 10:9-16; Efesios 2:11-19; Hechos 11:1-26; 12:1-18. PARA MEMORIZAR:  “Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hech. 10:34, 35). Con la partida de Pablo [...]


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LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:

Hechos 9:32-43; 10:9-16; Efesios 2:11-19; Hechos 11:1-26; 12:1-18.

PARA MEMORIZAR: 

“Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hech. 10:34, 35).

Con la partida de Pablo hacia Tarso, Pedro vuelve a ser el personaje principal en la narración de Lucas de los primeros días de la iglesia cristiana. Pedro es retratado en una especie de ministerio itinerante

en toda Judea y las regiones circundantes. El libro de Hechos, aquí, relata dos breves historias de milagros: la curación de Eneas y la resurrección de Tabita (Dorcas), y luego viene la historia de Cornelio en el capítulo 10.

La conversión de los gentiles era el tema más controvertido en la iglesia apostólica. Aunque las discusiones que siguieron al bautismo de Cornelio distaban mucho de resolver todas las dificultades, el derramamiento del Es- píritu, que recordaba lo sucedido en Pentecostés, ayudó a convencer a Pedro y a los hermanos de Jerusalén de que las bendiciones del evangelio no estaban restringidas a los judíos. Mientras tanto, la iglesia de Antioquía ya había co- menzado a avanzar hacia los gentiles también.

El estudio de esta semana también incluye el surgimiento de una nueva y breve persecución (esta vez impulsada por el rey Herodes) y su impacto en los apóstoles, que se habían salvado de la persecución impulsada por Pablo.

EN LIDA Y JOPE

Pedro estaba visitando las comunidades cristianas de la región costera de Judea. Su propósito probablemente era darles instrucción doctrinal (Hech. 2:42), pero Dios lo usó poderosamente para obrar milagros como los realizados por Jesús mismo.
Lee Hechos 9:32 al 35. ¿Qué semejanzas ves en el milagro de Jesús en Lucas 5:17 al 26 y la curación de Eneas?

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A pesar de la brevedad del relato, el milagro nos recuerda la conocida his- toria del paralítico de Capernaum sanado por Jesús (Luc. 5:17-26). Incluso el detalle de la cama es similar. Sin embargo, lo más importante fue el impacto de la curación de Eneas, no solo en Lida sino también en la llanura costera de Sarón. Luego de comprobar personalmente la realidad del milagro, mucha gente acudió al Señor.

Lee Hechos 9:36 al 43. Repasa la historia de la resurrección de Tabita. ¿Qué había de especial en ella?

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Tabita (término arameo para “gacela”; en griego, Dorcas) era una creyente muy querida en su barrio por sus obras de caridad cristiana. La historia de su resurrección también es análoga a un milagro realizado por Jesús, la resu- rrección de la hija de Jairo (Luc. 8:41, 42, 49-56), que Pedro había presenciado. Siguiendo el ejemplo de Jesús, les pidió a todos que abandonaran la habitación (ver Mar. 5:40). Entonces se arrodilló y oró, después de lo cual llamó a la mujer: “Tabita, levántate” (Hech. 9:40).

Los apóstoles realizaron muchos milagros. Pero, en realidad eran actos divinos realizados a través de las manos de los apóstoles (Hech. 5:12). Las semejanzas con los milagros de Jesús quizá fueron para recordar a la iglesia, incluidos nosotros hoy, que lo que más importa no es tanto el instrumento sino el grado de entrega a Dios (ver Juan 14:12). Cuando permitimos plenamente que Dios nos utilice para la causa del evangelio, pueden ocurrir grandes cosas. Pedro no solo resucitó a Tabita, sino también el milagro llevó a muchas con- versiones en Jope (Hech. 9:42).

Algunos piensan que si al menos pudieran ver un verdadero milagro, como el que ocu- rrió aquí, entonces creerían. Y, si bien a veces los milagros ayudaron a acercar a algunas personas a la fe, la Biblia está llena de historias de personas que vieron milagros y aun así no creyeron. ¿En qué debería basarse nuestra fe, entonces?

EN LA CASA DE CORNELIO

En Jope, Pedro se hospedó con un tal Simón, curtidor de oficio (Hech. 9:43). Mientras tanto, en Cesarea, a unos cuarenta kilómetros de Jope, vivía un cen- turión romano llamado Cornelio. Él y su familia eran adoradores devotos de Dios, aunque todavía no se habían adherido formalmente al judaísmo, lo que significaba que Cornelio todavía era un gentil incircunciso. En una visión de Dios, se le indicó que enviara mensajeros a Jope para invitar a Pedro a hacerle una visita (Hech. 10:1-8).

Lee Hechos 10:9 al 16, 28, 34 y 35. ¿Qué experimentó Pedro, y cómo lo interpretó?

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Es importante destacar que el tema de la visión de Pedro no era la comida sino las personas. Con todo, era cerca del mediodía, Pedro tenía hambre, y la voz le dijo que matara y comiera. No obstante, Dios no utilizó la visión para eliminar la distinción entre animales limpios e inmundos, sino para manifes- tarle a Pedro el carácter inclusivo del evangelio.

La visión tenía la intención explícita de quebrar la resistencia de Pedro contra los gentiles. La concepción de Pedro era que si entraba en la casa de Cornelio y confraternizaba con él se contaminaría y no podría adorar en el Templo ni acudir ante la presencia de Dios. Los judíos del siglo I de Judea y sus alrededores no se relacionaban con los gentiles incircuncisos.

El problema era la teología contemporánea, que excluía a los gentiles de la comunidad de Israel, a pesar de que esta idea se había convertido en una perversión de la finalidad de la existencia de Israel como nación, que era al- canzar al mundo con el conocimiento del Dios verdadero.

Debido a que la circuncisión era la señal del pacto abrahámico, los gentiles no circuncidados eran segregados y tratados con desprecio. No podían par- ticipar de las bendiciones del Pacto a menos que aceptaran la circuncisión y se hicieran judíos. No obstante, ese concepto era incompatible con el alcance universal de la muerte de Jesús, hecho que los primeros creyentes, con el tiempo, estaban empezando a comprender.

Lee Tito 2:11, Gálatas 3:26 al 28 y Efesios 2:11 al 19. ¿Qué nos enseñan estos versículos sobre la universalidad del mensaje evangélico? ¿Y sobre el hecho de que los cristianos alberguen prejuicios contra algún grupo basados en la etnia?

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EL DON DEL ESPÍRITU

Hechos 10:44 al 48 revela un momento crítico en la historia de la iglesia primitiva. Fue la primera vez que uno de los apóstoles les predicó el evan- gelio a los gentiles incircuncisos. A diferencia de los creyentes helenistas, los apóstoles y otros creyentes de Judea no estaban preparados para recibir a los gentiles en la iglesia. Puesto que Jesús era el Mesías de Israel, pensaban que debían compartir el evangelio solamente con judíos de cerca y de lejos. Los gentiles primero tendrían que convertirse al judaísmo y luego ser aceptados en la comunidad de la fe. En otras palabras, antes de que los gentiles pudieran convertirse en cristianos, primero tenían que hacerse judíos. Ese era el pen- samiento que debían cambiar estos primeros creyentes judíos.
El don de lenguas que recibieron Cornelio y su familia fue añadido como una señal clara y observable de que aquel concepto era erróneo, que Dios no tiene favoritos y que en términos de salvación tanto judíos como gentiles están en pie de igualdad ante él.

Lee Hechos 11:1 al 18. ¿Cómo reaccionó la iglesia de Jerusalén ante la experiencia de Pedro en Cesarea?

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El antiguo prejuicio judaico sobre los gentiles llevó a los creyentes de Je- rusalén a criticar a Pedro por haber comido con gente incircuncisa. Parece que les preocupaban más los escrúpulos ceremoniales judíos que la salvación de Cornelio y su familia. Tal vez temían que, si la iglesia acababa con esas prácticas, eso representara una negación de la fe de Israel. Perderían el favor de Dios y se someterían a las mismas acusaciones (de los judíos) que habían llevado a la muerte de Esteban.

“Había llegado el tiempo en que la iglesia de Cristo debía emprender una fase enteramente nueva de su obra. Debía abrirse la puerta que muchos de los judíos conversos habían cerrado a los gentiles. Y, de entre estos, los que acep- taran el evangelio habían de ser considerados iguales a los discípulos judíos, sin necesidad de observar el rito de la circuncisión” (HAp 111).

Al igual que en Pentecostés, aquí también hablaban en idiomas previamente desco- nocidos para ellos, no en lenguas exaltadas o celestiales. Lo único que difería era el propósito: mientras que para los apóstoles el don apuntaba a la misión mundial de la iglesia, para Cornelio funcionó como una confirmación de que la gracia de Dios obraba incluso entre los gentiles.

LA IGLESIA DE ANTIOQUÍA

Motivado por la conversi��n de Cornelio, Lucas interrumpe brevemente su relato del ministerio de Pedro para mostrar el progreso inicial del evangelio entre los gentiles.

Lee Hechos 11:19 al 26. ¿Qué pasó cuando algunos refugiados de Jeru- salén llegaron a Antioquía?

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Esta sección de Hechos 11 se refiere a la persecución de Pablo en el capítulo 8. Por ende, mientras en Judea y en otros lugares ocurrían los acontecimientos anteriores, algunos de los creyentes helenistas que se vieron forzados a aban- donar Jerusalén difundían el evangelio más allá de las fronteras de Judea.

Lucas presta especial atención a la gran ciudad de Antioquía, en Siria, donde los refugiados comenzaron a predicarles a sus hermanos judíos y a los helenistas, y muchos de ellos aceptaban la fe. La comisión de Jesús de Hechos 1:8 se estaba cumpliendo a través de los esfuerzos de estos cristianos judíos helenistas. Fueron ellos los verdaderos fundadores de la misión a los gentiles.

Debido al éxito de la iglesia en Antioquía, los apóstoles de Jerusalén de- cidieron enviar a Bernabé para evaluar la situación. Al darse cuenta de las grandes oportunidades para el avance del evangelio, Bernabé mandó a buscar a Pablo, a Tarso, porque creía que sería de gran ayuda.

Bernabé tenía razón. Durante el año en que él y Pablo trabajaron juntos, grandes multitudes, en su mayoría gentiles, pudieron oír el evangelio. El en- tusiasmo con que los creyentes hablaban de Jesucristo hizo que los llamaran “cristianos” por primera vez (Hech. 11:26). El hecho de que “se les llamó” cris- tianos indica que el término fue acuñado por quienes no eran de la iglesia, probablemente como una forma de burla, mientras que los creyentes preferían llamarse “hermanos” (Hech. 1:16), “discípulos” (Hech. 6:1), o incluso “santos” (Hech. 9:13). Para cuando se escribió el libro de Hechos, el término “cristiano” se había vuelto común (Hech. 26:28), y Lucas parece aprobarlo. “Cristiano” significa ser seguidor o adherente de Cristo.

¿Qué significa para ti que te llamen “cristiano”? ¿Qué parte de tu vida es verdadera- mente cristiana? Es decir, ¿en qué se diferencia tu vida de la de los no cristianos en lo que verdaderamente importa?

LA PERSECUCIÓN DE HERODES

De vuelta en Judea, ahora nos encontramos con el relato de la ejecución de Jacobo, el hermano de Juan e hijo de Zebedeo (Mar. 1:19). Herodes también quería hacer lo mismo con Pedro.

Lee Hechos 12:1 al 4. ¿Qué nos enseña esto sobre los desafíos que en- frentaba la iglesia primitiva?

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El rey Herodes que se menciona aquí es Agripa I, el nieto de Herodes el Grande (Mat. 2:1). Gobernó Judea de 40 a 44 d.C. Como resultado de su demos- tración de piedad, ganó popularidad entre sus súbditos judíos, especialmente los fariseos. Su intento de ganar el favor de los judíos atacando a algunos apóstoles encaja perfectamente con lo que otras fuentes revelan de él.
Debido a que la ejecución de Jacobo se llevó a cabo eficazmente en la agenda de Agripa, este también planificó ejecutar a Pedro. Pedro fue arrestado y entregado a cuatro escuadrones de cuatro soldados cada uno para vigilarlo, un escuadrón para cada una de las cuatro vigilias nocturnas. Pedro tenía consigo a cuatro soldados por vez: estaba encadenado a dos soldados, uno a cada lado, y dos vigilaban la entrada. Esa precaución extrema evidentemente se tomó para tratar de evitar lo que ya había sucedido con Pedro (y Juan) anteriormente (Hech. 5:17-20).

Lee Hechos 12:5 al 18. ¿Qué pasó como respuesta a las oraciones de los hermanos?

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La noche anterior al día en que Agripa había hecho planes de enjuiciarlo y ejecutarlo, Pedro una vez más fue liberado milagrosamente por un ángel.
A continuación nos encontramos con la historia de la muerte de Agripa en Cesarea (Hech. 12:20-23). Se ha intentado identificar la causa de su muerte (peritonitis, úlcera, incluso envenenamiento); sin embargo, Lucas dice clara- mente que el rey murió a causa de un juicio divino.

Matan a Jacobo, liberan a Pedro y Herodes recibe el juicio divino. En algunos casos, vemos justicia; en otros, pareciera que no. ¿Qué debería enseñarnos esto a quienes no tenemos todas las respuestas a todas las preguntas? Y, ¿por qué necesitamos vivir por fe en cuanto a lo que no entendemos?

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

“En el capítulo décimo de los Hechos tenemos otro ejemplo más de la ministración de los ángeles celestiales, que dio como resultado la conversión de Cornelio y de los suyos. Léanse estos capítulos [8-10] y présteseles especial atención. En ellos vemos que el Cielo está mucho más cerca del cristiano que se ocupa de la obra de salvar almas de lo que muchos suponen. También debe- ríamos aprender de ellos la lección del aprecio de Dios por cada ser humano, y que cada uno debería tratar a su prójimo como a uno de los instrumentos escogidos del Señor para la realización de su obra en la Tierra”.–“Comentarios de Elena G. de White”, Comentario bíblico adventista, t. 6, p. 1.058.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

1. A Cornelio se lo describe como un hombre “piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre” (Hech. 10:2). Es evidente que el Espíritu de Dios ya estaba obrando en Cornelio mucho antes de conocer a Pedro. ¿Podría ser que su vida devocional fuera una oportunidad para que Dios llegara a él con el mensaje del evangelio? ¿Qué lección hay para nosotros en su historia?

2. En clase, repasen la pregunta final del lunes y pregúntense: ¿Cuál es el contexto cultural, social y político en el que vives, que genera el tipo de ten- sión étnica que se supone que los cristianos no deberían albergar? En otras palabras, en caso de necesidad, ¿cómo podemos, como cristianos, elevarnos por encima de nuestra cultura y contexto?

3. A pesar del daño causado, los esfuerzos persecutorios de Pablo resultaron ser positivos: los refugiados que llegaron a Antioquía comenzaron a predicarles a los judíos y a los helenistas. Compartan en clase una experiencia personal de dolor y sufrimiento que Dios transformó en bendición.

4. Jacobo fue uno de los discípulos más apegados a Jesús (Mar. 5:37; 9:2; 14:33). Sin embargo, fue el primero de los Doce en sufrir el martirio. ¿Qué otros ejemplos encontramos en la Biblia de personas fieles que sufrieron injusta- mente? ¿Qué lecciones personales debemos extraer de estos relatos sobre el tema del sufrimiento?

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