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Lección 9: Indicios de esperanza

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Resumen de la lección en video

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Proverbios 17:28; Job 13:1- 15; Santiago 2:20-22; 1 Corintios 15:11-20; 1 Pedro 1:18-20; Génesis 22:8.

PARA MEMORIZAR:

“Y él mismo será mi salvación, porque no entrará en su presencia el impío” (Job 13:16).

“EL HOMBRE”, escribió el ensayista británico William Hazlitt, “es el único animal que ríe y llora; porque es el único animal que se sorprende por la diferencia entre lo que son las cosas y lo que deberían ser”.

Las cosas ciertamente no son como deberían ser. Sin embargo, para un cristiano que vive con la promesa de la Segunda Venida, hay esperanza: una gran esperanza de lo que las cosas llegarán a ser (2 Ped. 3:13). Llegarán a ser algo tan maravilloso que nosotros, con mentes oscurecidas por el pecado (1 Cor. 13:12), apenas podemos imaginar ahora. Esta es una esperanza que la mente secularizada, con toda su estrechez y aldeanismo, ha perdido hace mucho tiempo.

Esta semana, mientras seguimos explorando el tema del sufrimiento en el libro de Job, encontraremos que, aun en medio de la tragedia injusta y sin sentido que le sobrevino, Job todavía pudo pronunciar palabras de esperanza.
¿Cuál era esa esperanza, y qué dice que también nosotros podemos esperar?

FRAGUADORES DE MENTIRAS

“Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; el que cierra sus labios es entendido” (Prov. 17:28).

Sea lo que fuere que queramos pensar acerca de Job como hombre, no podemos decir que se quedaría sentado en medio de su dolor y escucharía tranquilamente lo que sus amigos le estaban echando en cara. Gran parte del libro de Job consiste en la defensa contra lo que él sabe que es una mezcla de verdad y error. Como vimos, estos hombres no mostraban mucho tacto y simpatía; pretendían hablar a favor de Dios al justificar lo que le había sucedido a Job y, básicamente, decían que estaba recibiendo lo que merecía, o ¡que él merecía algo peor! Cualquiera de estas líneas de pensamiento habría sido suficientemente mala; pero todo junto ya era demasiado, y Job les respondió.

Lee Job 13:1 al 14. ¿Qué enfoque tomó Job al responder a lo que le habían dicho?

Vimos que en el capítulo 2, cuando estos hombres vinieron a Job y lo vieron, no dijeron nada durante siete días. Considerando lo que, finalmente, comenzó a salir de sus bocas, este bien podría haber sido el mejor enfoque. Esto es, ciertamente, lo que pensó Job.

Nota, además, que Job expresa que estos hombres no solo mienten, sino también dicen mentiras acerca de Dios. (Eso es interesante a la luz de lo que sucede hacia el final del libro mismo [ver Job 42:71].)

Seguramente, sería mejor no hablar que equivocarse al hacerlo (¿quién, entre nosotros, no ha experimentado cuán cierto es esto?); y decir cosas erróneas acerca de Dios es mucho peor. Por supuesto, la ironía es que estos hombres realmente pensaban que estaban defendiendo a Dios y su carácter contra las amargas quejas de Job acerca de lo sucedido. Aunque Job no podía comprender
por qué todos eso le habían sobrevenido, sabía lo suficiente como para reconocer que lo que estos hombres estaban diciendo los hacía “fraguadores de mentiras” (Job 13:4).

¿Cuándo fue la última vez que dijiste cosas que eran equivocadas, que no deberías haber dicho? ¿De qué modo puedes aprender de esa experiencia para no
volver a cometer el mismo error?

AUNQUE ME MATARE

Al comenzar el trimestre, fuimos directamente al final del libro, y leímos cuán bien terminaron las cosas para Job. Vimos que, en medio de su terrible sufrimiento, Job realmente tenía algo que esperar. De hecho nosotros, conociendo el final del libro entero, es decir, la Biblia, podemos ver que Job podía esperar más de lo que él había imaginado en su tiempo.

Pero, cuando murieron sus hijos, perdió sus propiedades y perdió su salud, Job no tenía la ventaja de saber cómo terminarían las cosas. En cambio, él sabía que, de repente, su vida se había vuelto desagradable.

Sin embargo, en medio de sus amargos lamentos acerca de desear no haber nacido, o de haber ido de la cuna directamente a la tumba, Job todavía expresaba esperanza en Dios, el mismo Dios que él pensaba que lo estaba tratando injustamente en ese momento.

Lee Job 13:15. ¿Qué esperanza se presenta aquí? ¿Qué quiere decir Job?

“Aunque él me matare, en él esperaré”. ¡Qué poderosa afirmación de fe! Con todo lo que le había sucedido, Job sabía que la única cosa que todavía no lo había alcanzado era la muerte, que bien podía venir y que Dios también la podía causar. Pero, aun si eso ocurría, Job moriría confiando de todos modos en Dios.

“Siempre debes recordar las riquezas de la gracia de Cristo. Atesora las lecciones que su amor provee. Permite que tu fe sea como la de Job, para que puedas afirmar: ‘Aunque me matare, en él esperaré’. Aférrate de las promesas de tu Padre celestial, y recuerda su anterior trato contigo y con sus siervos; porque ‘a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien’ ” (R&H, 20 de
octubre de 1910).

Desde una perspectiva puramente humana, Job no tenía razón para esperar nada. Pero, Job no estaba mirando la situación desde su lado puramente humano (si no ¿qué esperanza podría haber tenido?); cuando hace su sorprendente afirmación de fe y esperanza, la declara en el contexto de su confianza en Dios.

Una pregunta lógica podría ser: ¿Cómo hizo Job para retener su fe en Dios en medio de todo lo que le estaba ocurrido? Lee Job 1:1 y Santiago 2:20 al 22. ¿De qué modo estos versículos te ayudan a responder esa pregunta, y qué debería decirnos la respuesta sobre la importancia de la fidelidad y la obediencia en nuestra vida cristiana? (Ver lección 13.)

INDICIOS DE ESPERANZA

“Y él mismo será mi salvación, porque no entrará en su presencia el impío” (Job 13:16). Este versículo sigue inmediatamente al que leímos ayer. ¿En qué sentido afirma aún más la idea de que, a pesar de todo, Job tenía esperanza, y que esa esperanza estaba en Dios?

Es muy interesante esta continuación de lo que Job venía diciendo antes. Aun si Job había de morir, aunque Dios lo matara, Job todavía confiaba en su Dios para la salvación. Si bien, en cierto nivel, es un contraste extraño, en otro, tiene lógica perfecta. Después de todo, ¿qué es la salvación sino la liberación de la muerte? Y ¿qué es la muerte para los salvados, sino un breve momento de descanso, un instante de sueño, seguido por la resurrección a la vida eterna? ¿No es esta confianza en la resurrección y la vida eterna la gran esperanza de todo el pueblo de Dios a lo largo de los milenios? Esta también fue la esperanza de Job.

Lee 1 Corintios 15:11 al 20. ¿Cuál es la esperanza que se nos presenta aquí? Sin esto, ¿por qué no tendríamos ninguna esperanza?

Después de su sólida afirmación sobre la salvación, Job dice que “hanef no vendrá delante de Dios”. La raíz de ese término significa “profano”, o “sin Dios”, una palabra hebrea con connotaciones muy negativas. Job sabía que su salvación se encontraba solo en Dios, en una vida entregada en fiel obediencia a él. Por eso, el hombre malo y sin Dios, el hanef, no tenía esperanza. Es probable
que Job estuviera expresando lo que él entendía como su “certeza de la salvación”. Aunque Job ofrecía sacrificios animales por el pecado, no sabemos mucho acerca del modo en que entendía su significado. Antes de la Cruz, los seguidores más fieles del Señor tales como Job, seguramente, no tenían una comprensión tan completa de la salvación como la que tenemos los que vivimos
después de la Cruz. No obstante, Job entendía lo suficiente como para saber que su esperanza de salvación estaba solo en Dios y que esos sacrificios eran una expresión de cómo debía encontrarse esta salvación.

ESPERANZA ANTES DE QUE COMENZARA EL MUNDO

¿Quién de nosotros, habiendo experimentado lo que vivó Job, podría hacer una afirmación tan llena de esperanza? Sus palabras son un testimonio de su vida de fe y obediencia.

Job tenía esperanza porque servía a un Dios de esperanza. Aun en medio de todas las historias de pecaminosidad humana, desde la caída de Adán y de Eva en el Edén (Gén. 3) hasta la caída de Babilonia al final del tiempo (Apoc. 14:8), la Biblia es un libro repleto de esperanza, y presenta la visión de algo que está más allá de lo que este mundo ofrece.

“El mundo ha sido confiado a Cristo, y por él ha fluido toda bendición de Dios a la especie caída. Era Redentor antes de su encarnación tanto como después. Tan pronto como hubo pecado, hubo un Salvador” (DTG 180, 181). Y ese Salvador es la gran Fuente de nuestra esperanza.

¿De qué manera los siguientes textos afirman esa esperanza expresada en la cita de Elena de White de la sección de hoy? Efe. 1:4; Tito 1:2; 2 Tim. 2:8, 9; 1 Ped. 1:18-20.

Estos textos enseñan la verdad de que, en su presciencia, Dios sabía, aun antes de la creación del mundo, que la humanidad caería en el pecado. El texto en griego, en 2 Timoteo 1:9, nos dice que nos llamó una gracia dada en Cristo Jesús “antes del tiempo eterno”. Esta gracia nos fue dada “no conforme a nuestras obras” (¿cómo podría ser por “nuestras obras” si entonces todavía no existíamos?), sino por medio de Jesús. Aun antes de que existiéramos, Dios tenía un plan para ofrecernos la esperanza de la vida eterna. Este no surgió después de que la necesitáramos, sino ya estaba allí para cuando la necesitáramos.

Como cristianos, tenemos mucho que esperar. Existimos en un universo creado por un Dios que nos ama (Juan 3:16), que nos redimió (Tito 2:14), que escucha nuestras oraciones (Mat. 6:6), que intercede por nosotros (Heb. 7:25), que promete no abandonarnos nunca (Heb. 13:5), y que promete también levantar nuestros cuerpos de la muerte (Isa. 26:19) y darnos vida eterna con él (Juan 14:2, 3).

“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rom. 8:31). ¿De qué manera puedes hacer tuya esta esperanza, aun en medio de cualquier lucha que estés enfrentando ahora?

IMÁGENES DE ESPERANZA
Lee los siguientes textos. ¿Qué esperanza revela cada uno de ellos?
Gén. 3:15
Gén. 22:8
Lev. 17:11
Juan 1:29
Gál. 2:16
Fil. 1:6
1 Cor. 10:13
Dan. 7:22
Dan. 12:1, 2
Mat. 24:27
Dan. 2:44

Sigue la progresión del pensamiento presentado en estos versículos. Así juntos, ¿qué nos dicen acerca de la esperanza que, como cristianos, podemos tener en
Jesús?

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:De tapa a tapa, la Biblia está llena de maravillosas palabras de esperanza. “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mat. 28:20). “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición” (Gál. 3:13). “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Sal. 103:12). “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom. 8:38, 39). “Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con toda carne que hay sobre la tierra” (Gén. 9:16). “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él” (1 Juan 3:1). “Reconoced que Jehová es Dios; él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado” (Sal. 100:3). Estos textos son solo unos pocos de los que nos revelan, en la Palabra, cómo es nuestro Dios y qué nos ofrece. ¿Qué razones habría para tener alguna esperanza si no fuera por lo que se nos reveló en la Biblia?

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. ¿Qué otros textos bíblicos nos hablan de esperanza? ¿Cuáles son importantes para ti, y por qué?

2. De todas las doctrinas específicas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, ¿cuáles encuentras especialmente esperanzadoras?

3. En medio de las pruebas personales y, a veces, tragedias y dificultades de la vida, ¿de qué forma podemos aprender a regocijarnos en la esperanza que se nos presenta en la Biblia? ¿Por qué es tan fácil desanimarnos por todo lo que nos sucede y lo que ocurre en este mundo, aun cuando la Biblia revela tanta esperanza? ¿Qué podemos hacer, en un nivel práctico, para mantener siempre
esta esperanza ante nosotros y regocijarnos por ella?

4. “Hable con Dios de esperanza, de fe y gratitud. Esté siempre alegre y con esperanza en Cristo. Adiéstrese para alabarlo. Esto es un gran remedio para las enfermedades del cuerpo y del alma” (MCP 2:509). ¿Por qué la alabanza es tan importante para mantener nuestra esperanza en el Señor?

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