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Día de la Educación Adventista

En el territorio de la Iglesia Adventista de Sudamérica el día 3 de octubre se celebra el día de la Educación Adventista. Estamos agradecidos con Dios por los más de 120 años de esta entidad que brinda servicio a Dios y a nuestros semejantes. La verdadera educación significa más que la prosecución de un determinado [...]


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En el territorio de la Iglesia Adventista de Sudamérica el día 3 de octubre se celebra el día de la Educación Adventista. Estamos agradecidos con Dios por los más de 120 años de esta entidad que brinda servicio a Dios y a nuestros semejantes.

La verdadera educación significa más que la prosecución de un determinado curso de estudio. Significa más que una preparación para la vida actual. Abarca todo el ser, y todo el período de la existencia accesible al hombre. Es el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales. Prepara al estudiante para el gozo de servir en este mundo, y para un gozo superior proporcionado por un servicio más amplio en el mundo venidero. La Educación, página 13.

La verdadera educación es una ciencia grandiosa, porque se funda en el temor del Señor, que es el principio de la sabiduría. Cristo es el más grande Maestro que este mundo haya conocido; y no es del agrado del Señor Jesús que los súbditos de su reino, por los cuales murió, sean educados de manera tal que sean inducidos a colocar la sabiduría de los hombres en primera línea y releguen la sabiduría de Dios, según se revela en su Santa Palabra, a la última fila. La verdadera educación preparará a los niños y los jóvenes para la vida presente y la venidera, para una herencia en la patria mejor, es decir, la celestial. Deben ser preparados para la patria hacia la cual miraron los patriarcas y los profetas. “Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas, sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y saludándolas, y confesando que eran peregrinos y advenedizos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria. Que si se acordaran de aquella de donde salieron, cierto tenían tiempo para volverse: empero deseaban la mejor, es a saber, la celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos: porque les había aparejado ciudad”. - Educación Cristiana, página 41.

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