Evangelismo

Definición de Evangelismo

Definición de Evangelismo


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El evangelismo es un proceso del cual el evangelismo público es la parte de la cosecha. Se necesita mucha preparación para que el evangelismo puro tenga éxito. El proceso de evangelismo incluye la siembra, el cultivo y la cosecha. Desgraciadamente, en un esfuerzo para retirar los aspectos negativos del evangelismo público, algunos terminan descuidando otras partes. Esas personas están dispuestas a sembrar y cultivar pero nunca cosechan mucho. El resultado es que tal cosecha no se hace, lo que puede resultar más peligroso para la salvación de las personas que cuando se intenta cosechar sin haber sembrado. Ambas situaciones son incorrectas.

En términos más amplios, el evangelismo puede definirse como el proceso de ganar personas para Jesucristo puede capacitarlas a para ser transformadas por Dios en miembros responsables que estén listos para encontrarse con él cuando vuelva. Por esa definición, el evangelismo es visto como todo el proceso de ganar almas, incluyendo la siembra, cultivo y cosecha, pero nuestra definición va más allá al expandir el proceso para incluir y llevar personas a una experiencia de transformación con Dios.
El trabajo de evangelismo no termina con el bautismo, sino que continúa hasta que las personas se hagan discípulos y estén listas para el regreso de Jesús. Esa es nuestra comprensión adventista de lo que es el evangelismo. Por desgracia, no ha sido muy practicada, pero la mayoría de los adventistas estaría de acuerdo con esa definición.

La desventaja que presenta la obra de focalizar el evangelismo público es que algunas personas pueden malinterpretar y pensar que ese es el aspecto más importante del proceso de evangelismo. Por tal motivo, deseo hacer claro desde el comienzo que estamos disecando el proceso de cosecha, pero que ese centro no excluye la siembra, el cultivo y el discipulado como partes vitales del proceso de evangelismo.

En el libro Evangelismo, hay una breve definición:
“El evangelismo, verdadero corazón del cristianismo, es el tema de fundamental importancia para las personas que han sido llamadas a dar a conocer a un mundo condenado el último mensaje de amonestación de Dios. Vivimos en las últimas horas de la historia del planeta, y el mensaje adventista, que se proclama a fin de alistar a un pueblo para el regreso del Señor, debe convertirse en un fuerte clamor, para que resuene hasta en las regiones más apartadas de la tierra” (El evangelismo, p. 5).
No existe iglesia sin evangelismo. Si sacamos el evangelismo de la iglesia, esta se convierte en un club social. La iglesia es un poderoso movimiento misionero, motivado hacia la acción por el Señor Jesucristo, con el propósito expreso de ganar personas para Cristo. La Iglesia no tiene más razón de existir que la de alcanzar almas perdidas.

Poder para el evangelismo
El evangelismo en todas sus facetas, y principalmente en la parte de la cosecha, no es un esfuerzo humano, como si el trabajo arduo de seres humanos pudiera influenciar a alguien a servir a Jesús. A pesar de las fragilidades humanas, Dios usa a las personas como sus instrumentos para alcanzar a quienes están perdidos. Pero nunca debemos olvidar que por detrás de todo eso está el maravilloso poder del Espíritu Santo.

La iglesia fue iniciada por Jesús y habilitada para su misión por el Espíritu Santo. Las obras humanas no crearon la iglesia, esta nació de la acción poderosa del Pentecostés. Desde su inicio, la iglesia sabe que fue creada por Dios y capacitada por él. Ella jamás puede seguir adelante por fuerza humana, sino siempre por el Espíritu Santo. Mateo nos describe el maravilloso acontecimiento de cuando Jesús reunió a sus discípulos para el encuentro final en el Monte de la comisión y creó su iglesia para cumplir la misión.

16 “Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. 17 Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. 18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén (Mateo 28:16-20)”.

Fuente: Libro Proclamação da Esperança [proclamación de la esperanza] de Russell Burrill.

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