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CÓMO VENCER EL PECADO | Lección 7: Para el 18 de noviembre de 2017

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 6; 1 Juan 1:8-2:1. PARA MEMORIZAR: “El pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Rom. 6:14). SI LAS OBRAS NO PUEDEN SALVARNOS, ¿por qué preocuparse por ellas? ¿Por qué no seguir pecando? El capítulo 6 es la respuesta de Pablo. [...]


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LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 6; 1 Juan 1:8-2:1.

PARA MEMORIZAR: “El pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Rom. 6:14).

SI LAS OBRAS NO PUEDEN SALVARNOS, ¿por qué preocuparse por ellas? ¿Por qué no seguir pecando?
El capítulo 6 es la respuesta de Pablo. Pablo aquí se ocupa de lo que común- mente se entiende como “santi cación”, el proceso por el que vencemos el pecado y re ejamos cada vez más el carácter de Cristo. La palabra santi cación aparece solo dos veces en Romanos. La encontramos en el capítulo 6, en el versículo 19 y en el 22, como la palabra griega hagiasmos, que signi ca “santi cación”. En la Nueva Versión Internacional, aparece en estos dos versículos como “santidad”.
En la Biblia, “santi car” signi ca “dedicar”, generalmente a Dios. Por lo tanto, a menudo, ser santi cado se presenta como un acto pasado culminado. Por ejemplo, “con todos los santi cados” (Hech. 20:32). Los santi cados, en esta de nición, son los que están dedicados a Dios.
Sin embargo, este uso bíblico de “santi car” de ninguna manera niega la im- portante doctrina de la santi cación, o el hecho de que la santi cación es la obra de toda una vida. La Biblia apoya rmemente esta doctrina.
Esta semana veremos otro aspecto de la salvación por la fe, que fácilmente puede malinterpretarse: las promesas de victoria sobre el pecado en la vida de alguien que es salvado por Jesús.

CUANDO EL PECADO ABUNDÓ

En Romanos 5:20, Pablo hace una declaración poderosa: “Mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. Su razonamiento es que no importa cuánto pecado haya o cuán terrible sea el resultado del pecado, la gracia de Dios es su ciente para remediarlo. ¡Qué esperanza debería darnos a todos, especial- mente cuando nos vemos tentados a creer que nuestros pecados son demasiado grandes como para ser perdonados! En Romanos 5:21, Pablo muestra que, aunque el pecado llevó a la muerte, la gracia de Dios mediante Jesús ha derrotado a la muerte y puede darnos vida eterna.
Lee Romanos 6:1. ¿Qué lógica aborda Pablo, y cómo responde a esa clase de pensamiento en Romanos 6:2 al 11?

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Pablo sigue una interesante línea de argumentación en el capítulo 6 acerca de por qué una persona justi cada no debería pecar. En primer lugar, dice que no debemos pecar porque hemos muerto al pecado. Luego, explica lo que eso quiere decir.
La inmersión en las aguas del bautismo representa un entierro. ¿Qué se en- tierra? El “viejo hombre” de pecado; es decir, el cuerpo que comete pecado, el cuerpo dominado o gobernado por el pecado. Como resultado, se destruye este “cuerpo de pecado”; en consecuencia, ya no servimos al pecado. En Romanos 6, se personi ca al pecado como un amo que somete a sus siervos. Una vez que se destruye el “cuerpo de pecado” que sirvió al pecado, cesa el dominio del pecado sobre él. El que sube de la tumba líquida emerge como una nueva persona que ya no sirve al pecado. Ahora anda en vida nueva.
Cristo, cuando murió, murió una vez y para siempre, pero ahora está vivo para siempre. Por lo tanto, el cristiano que se bautiza ha muerto al pecado de una vez por todas y nunca más debería volver a estar bajo su dominio. Por supuesto, como todo cristiano bautizado sabe, el pecado no desaparece automáticamente de nuestra vida una vez que salimos del agua. No estar gobernado por el pecado no es lo mismo que no tener que luchar contra él.
“Con esto vemos claramente lo que signi can las palabras del apóstol. Las declaraciones como: ‘Hemos muerto al pecado’, ‘Consideraos [...] vivos para Dios’, etc., signi can que no cedemos a nuestras pasiones pecaminosas ni al pecado, aunque el pecado continúe en nosotros. Sin embargo, el pecado permanece en nosotros hasta el nal de nuestra vida, como leemos en Gálatas 5:17: ‘El deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí’. Por lo tanto, todos los apóstoles y los santos con esan que el pecado y las pasiones pecaminosas permanecen en nosotros hasta que el cuerpo se vuelva cenizas, y resucite un nuevo cuerpo (glori cado) que esté libre de pasión y pecado”.–M. Lutero, Commentary on Romans, p. 100.

CUANDO EL PECADO REINA

¿Qué amonestación se nos da en Romanos 6:12?
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La palabra reinar muestra que, aquí, el “pecado” está representado como un rey. La palabra griega traducida como “reinar” signi ca, literalmente, “ser un rey” o “funcionar como rey”. El pecado está demasiado dispuesto a asumir el reinado de nuestro cuerpo mortal y a determinar nuestro comportamiento.
Cuando Pablo dice “no reine [...] el pecado”, sugiere que el justi cado puede optar por impedir que el pecado se erija como rey en su vida. Aquí es donde entra en acción la voluntad.
“Lo que necesitas entender es la verdadera fuerza de la voluntad. Este es el poder que gobierna en la naturaleza del hombre: el poder de decidir o de elegir. Todo depende de la correcta acción de la voluntad. Dios ha dado a los hombres el poder de elegir; depende de ellos el ejercerlo. Tú no puedes cambiar tu corazón, tú no puedes por ti mismo dar sus afectos a Dios; pero puedes elegir servirlo. Puedes darle tu voluntad; entonces él obrará en ti tanto el querer como el hacer de acuerdo con su voluntad. De este modo, tu naturaleza entera será puesta bajo el dominio del Espíritu de Cristo; tus afectos se centrarán en él y tus pensamientos estarán en armonía con él” (CC 47).
La palabra griega traducida en Romanos 6:12 como “concupiscencias” signi ca “deseos”. Estos deseos pueden ser tanto de cosas buenas como de cosas malas; cuando reina el pecado, nos hará desear lo malo. Los deseos serán fuertes, incluso irresistibles, si luchamos contra ellos por nuestra cuenta. El pecado puede ser un tirano cruel que nunca está satisfecho y siempre regresa por más. Solo mediante la fe, solo al reclamar las promesas de la victoria, podemos derrocar a este amo implacable.
La palabra pues, en Romanos 6:12, es importante. Hace referencia a lo que se ha dicho antes, especí camente, a lo que se ha dicho en Romanos 6:10 y 11. El bautizado ahora “para Dios vive”. Es decir, Dios es el centro de su nueva vida. La persona sirve a Dios, haciendo lo que le agrada a Dios y, por lo tanto, no puede servir al pecado al mismo tiempo. Está “vivo para Dios en Cristo Jesús”.

Repasa la cita de Elena White en el estudio de hoy. Observa lo crucial que es el concepto del libre albedrío. Como criaturas morales, debemos tener libre albe- drío: el poder de elegir entre el bien y el mal, entre Cristo o el mundo. Durante las próximas 24 horas, trata hacer un seguimiento consciente del modo en que utilizas este libre albedrío moral. ¿Qué puedes aprender del uso, o abuso, que haces de este don sagrado?

NO BAJO LA LEY, SINO BAJO LA GRACIA

Lee Romanos 6:14. ¿De qué modo debemos entender este versículo? ¿Signi ca que los Diez Mandamientos ya no son obligatorios para nosotros? Si ya no lo son, ¿por qué?
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Romanos 6:14 es una de las declaraciones clave del libro de Romanos. Y a menudo se la cita en el contexto de alguien que nos dice a los adventistas que el día de reposo sabático ha sido abrogado.
Sin embargo, eso obviamente no es lo que quiere decir el versículo. Como ya vimos, no es posible eliminar la Ley Moral y que el pecado siga siendo una realidad, porque ¡la Ley Moral es lo que de ne el pecado! Si leyeras todo lo dicho anteriormente en Romanos, incluso solo en el capítulo 6, sería difícil imaginarse a Pablo anunciando, de repente, en medio de todo este análisis sobre la realidad del pecado, que: “La Ley Moral (los Diez Mandamientos, que de nen el pecado) ha sido abolida”. Eso no tiene ningún sentido.
Pablo les está diciendo a los romanos que aquel que vive “bajo la ley” (es decir, bajo la economía judía tal como se practicaba en su época, con todas sus normas y reglamentos hechos por el hombre) estará gobernado por el pecado. En contraste, la persona que vive bajo la gracia obtendrá la victoria sobre el pecado, porque la Ley está escrita en su corazón y el Espíritu de Dios puede guiar sus pasos. Aceptar a Jesucristo como el Mesías, ser justi cado por él, bautizarse en su muerte, destruir al “viejo hombre”, resucitar para “andar en vida nueva”, estas son las cosas que destronarán al pecado de nuestra vida. Recuerda que este es el contexto en el que aparece Romanos 6:14, el contexto de la promesa de la victoria sobre el pecado.
No deberíamos de nir la frase “bajo la ley” en forma demasiado restrictiva. La persona que supuestamente vive “bajo la gracia” pero desobedece la Ley de Dios no hallará gracia, sino condenación. “Bajo la gracia” signi ca que, mediante la gracia de Dios según la revelación de Jesús, se ha eliminado la condenación que la Ley inevitablemente acarrea sobre los pecadores. Por ende, ahora libres de esta condenación de muerte causada por la Ley, “andamos en vida nueva”, una vida que se caracteriza y se mani esta por el hecho de que, al morir al yo, ya no somos esclavos del pecado.

¿De qué maneras has experimentado la realidad de una nueva vida en Cristo? ¿Qué evidencias tangibles puedes señalar que revelen lo que Cristo ha hecho en ti? ¿De qué aspectos te niegas a desprenderte, y por qué deberías deshacerte de ellos?

¿PECADO U OBEDIENCIA?

Lee Romanos 6:16. ¿Qué está planteando Pablo? ¿Por qué su argumento es tan blanco y negro? Es lo uno o lo otro, sin ningún término medio. ¿Qué lección deberíamos aprender de este contraste tan claro?
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Pablo vuelve a enfatizar que la nueva vida de fe no garantiza que estemos libres de pecado. La vida de fe hace posible la victoria sobre el pecado; de hecho, solo a través de la fe podemos tener la victoria que se nos promete.
Luego de personi car al pecado como un rey que somete a sus súbditos, Pablo ahora vuelve a la gura del pecado como un amo que exige la obediencia de sus siervos. Pablo señala que una persona tiene la opción de escoger a su señor. Puede servir al pecado, que lleva a la muerte, o puede servir a la justicia, que conduce a la vida eterna. Para Pablo no hay un término medio, ni deja espacio para avenencias. Es una cosa o la otra porque, al nal, nos enfrentamos a la vida eterna o a la muerte eterna.

Lee Romanos 6:17. ¿De qué forma amplía Pablo lo que dijo en Romanos 6:16?

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Es interesante observar que la obediencia está ligada a la doctrina correcta. Aquí, el término griego para “doctrina” signi ca “enseñanza”. A los cristianos romanos se les habían impartido los principios de la fe cristiana que ahora obe- decían. Por eso, para Pablo, cuando los cristianos obedecieron “de corazón” la doctrina correcta, la enseñanza correcta, esta ayudó a los romanos a convertirse en “siervos de la justicia” (Rom. 6:18). A veces, oímos decir que la doctrina no importa, siempre y cuando mostremos amor. Esa es una expresión muy simplista de algo que no es tan sencillo. Como se dijo en una lección anterior, Pablo estaba muy preocupado por la falsa doctrina a la que la iglesia de Galacia había sucumbido. Por consiguiente, debemos ser cuidadosos con las declaraciones que denigren de algún modo la importancia de la enseñanza correcta.

Siervos del pecado, siervos de la justicia; el contraste es muy marcado. Si des- pués del bautismo pecamos, ¿quiere decir que no somos verdaderamente sal- vos? Lee 1 Juan 1:8 a 2:1. ¿Cuánto nos ayuda este pasaje a entender lo que signi ca ser seguidor de Cristo y aun así estar sujeto a caer?

LIBRES DE PECADO

Teniendo en cuenta lo que hemos estudiado hasta ahora en Romanos 6, lee los versículos 19 al 23. Resume en las siguientes líneas la esencia de lo que Pablo está enseñando. Más aún, pregúntate de qué modo puedes hacer realidad en tu vida las verdades esenciales que aborda Pablo. Pregúntate qué cuestiones están en juego.

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Estas palabras de Pablo muestran que comprende plenamente la naturaleza caída de la humanidad; habla de “vuestra humana debilidad”. El apóstol sabe de lo que es capaz la naturaleza humana cuando queda librada a su suerte. Por eso, nuevamente hace un llamado al poder de decisión: el poder que tenemos de elegir entregar nuestra carne débil y de entregarnos a nosotros mismos a un nuevo amo, Jesús, que nos permitirá vivir una vida justa.
A menudo se cita Romanos 6:23 para mostrar que el castigo por el pecado, es decir, la transgresión de la Ley, es la muerte. No cabe duda de que el castigo del pecado es la muerte. Pero, además de ver la muerte como el castigo del pecado, debemos ver el pecado como Pablo lo describe en Romanos 6: un amo que domina a sus siervos y los embauca pagándoles con la muerte.
Observa, además, que en la descripción del retrato de los dos amos, Pablo llama la atención sobre el hecho de que servir a un amo implica librarse de servir al otro. De nuevo vemos que las alternativas son bien especí cas: o una o la otra. No hay término medio. Al mismo tiempo, como todos sabemos, estar libres del dominio del pecado no signi ca ser impecables, o que no luchemos, o incluso que, a veces, no caigamos. Signi ca que ya no estamos dominados por el pecado, por más que este siga siendo una realidad en nuestra vida y por más que debamos reclamar diariamente las promesas de victoria sobre él.
Por lo tanto, este pasaje llega a ser un poderoso llamado para cualquiera que esté sirviendo al pecado. Este tirano no ofrece nada más que la muerte como pago por hacer cosas vergonzosas; por esto, una persona razonable debería desear la emancipación de este tirano. Por su parte, los que sirven a la justicia hacen cosas rectas y dignas de alabanza, no con la idea de obtener así la salvación, sino como fruto de su nueva experiencia. Si actúan con el propósito de ganarse la salvación, no captaron la esencia del evangelio, de lo que la salvación es, ni de por qué necesitan a Jesús.

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “Apropiarse de la victoria”, Mensajes para los jóvenes, pp. 72, 73; “El verdadero motivo del servicio”, El discurso maestro de Jesucristo, pp. 79-81; y “Una súplica a los jóvenes”, Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 402. Lee, también, el Comentario bíblico adventista, t. 6, pp. 1.074, 1.075.
“Él [Jesús] no consintió en pecar. Ni siquiera por medio de un pensamiento cedió a la tentación. Así también podemos hacer nosotros. La humanidad de Cristo estaba unida con la divinidad; fue hecho idóneo para el con icto mediante la permanencia del Espíritu Santo en él. Y él vino para hacernos participantes de la naturaleza divina. Mientras estemos unidos con él por la fe, el pecado no tendrá dominio sobre nosotros. Dios extiende su mano para alcanzar la mano de nuestra fe y dirigirla a asirse de la divinidad de Cristo con el n de que nuestro carácter pueda alcanzar la perfección” (DTG 98).
“En nuestro bautismo, nos comprometemos a romper toda relación con Sa- tanás y sus instrumentos, y a poner corazón, mente y alma en la obra de extender el Reino de Dios [...]. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se han comprometido a cooperar con los instrumentos humanos santi cados”.–“Comentarios de Elena G. de White”, Comentario bíblico adventista, t. 6, p. 1.075.
“Una profesión del cristianismo sin la fe y las obras correspondientes no servirá de nada. Nadie puede servir a dos señores. Los hijos del maligno son los siervos de su señor, al cual se entregaron para obedecerle; son sus siervos, y no pueden ser siervos de Dios a menos que renuncien a todas sus obras. No puede ser inofensivo para los siervos del Rey celestial tomar parte en los placeres y las diversiones en que participan los siervos de Satanás, aun cuando repitan a menudo que las tales diversiones son inocentes. Dios ha revelado verdades sagradas y santas que han de separar a sus hijos de los impíos y puri carlos para sí. Los adventistas del séptimo día deben vivir conforme a su fe” (TI 1:358).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. A pesar de que tenemos todas estas maravillosas promesas de victoria sobre el pecado, el hecho es que todos (incluso los cristianos nacidos de nuevo) somos conscientes de cuánto hemos caído, de cuánto hemos pecado y de cuán corrompido puede estar nuestro corazón. ¿Existe alguna contradicción? Explica tu respuesta.
2. Comparte con tu clase un testimonio de lo que Cristo ha hecho en ti, de los cambios que has experimentado y de la nueva vida que tienes en él.
3. Aunque es importante recordar siempre que nuestra salvación descansa solo en lo que Cristo ha hecho por nosotros, ¿qué peligros surgen si destacamos excesivamente esa maravillosa verdad y excluimos la otra parte de la salvación: lo que Jesús hace en nosotros para transformarnos a su imagen? ¿Por qué necesitamos entender y enfatizar estos dos aspectos de la salvación?

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