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ADÁN Y JESÚS | Lección 6: Para el 11 de noviembre de 2017

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 5. PARA MEMORIZAR: “Justi cados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos rmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Rom. 5:1, [...]


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LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 5.

PARA MEMORIZAR: “Justi cados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos rmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Rom. 5:1, 2).

PABLO HA ESTABLECIDO EL ARGUMENTO de que la justi cación, o la acep- tación de Dios, solo viene por medio de la fe en Jesucristo, porque su justicia sola es su ciente para darnos una reputación aceptable ante nuestro Señor. Sobre la base de esa gran verdad, Pablo ahora profundiza más sobre este tema. Al mostrar que la salvación tiene que ser por fe y no por obras, ni siquiera para alguien tan “justo” como Abraham, Pablo da un paso atrás para observar el panorama general: qué fue lo que causó el pecado, el sufrimiento y la muerte, y que la solución se encuentra en Cristo y en lo que él ha hecho por la raza humana.
Por la caída de un hombre, Adán, toda la humanidad enfrentó la condenación, la enajenación y la muerte; mediante la victoria de un solo hombre, Jesús, todo el mundo fue puesto sobre una nueva base delante de Dios. Mediante la fe en Jesús, el registro de los pecados y el castigo causado por esos pecados pueden ser remitidos, pueden ser perdonados, para siempre.
El fundamento de todo esto es la cruz de Cristo y su muerte sustitutiva, lo que abre el camino para que todos los seres humanos, judíos o gentiles, sean salvos a través de Jesús, quien, con su sangre, ofrece justi cación a todos los que lo aceptan.

JUSTIFICADOS POR LA FE

Lee Romanos 5:1 al 5. En las siguientes líneas, resume el mensaje de
Pablo. ¿Qué representan estas palabras para ti ahora?

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“Justi cados” literalmente es “habiendo sido justi cados”. El verbo griego re- presenta la acción como concluida. Hemos sido declarados justos, o considerados justos, no mediante alguna obra de la Ley, sino por haber aceptado a Jesucristo. La vida perfecta que Jesús vivió en esta Tierra, su perfecta observancia de la Ley, nos ha sido acreditada.
Al mismo tiempo, todos nuestros pecados han sido puestos sobre Jesús. Dios considera que Jesús cometió esos pecados, no nosotros, y de ese modo podemos librarnos del castigo que merecemos. Ese castigo recayó sobre Cristo por nuestra causa, en nombre de nosotros, para que nunca tengamos que afrontarlo personal- mente. ¿Qué noticia más gloriosa podría haber para el pecador?
La palabra griega traducida como “gloriamos”, en Romanos 5:2, también apa- rece en el versículo 3, por lo que la conexión entre estos dos textos es muy evidente. Las personas justi cadas pueden gloriarse, o regocijarse, en las tribulaciones porque han puesto su fe y su con anza en Jesucristo. Confían en que Dios hará que todas las cosas les ayuden a bien. Considerarán que es un honor sufrir por Cristo. (Ver 1 Ped. 4:13.)
Observa, además, la progresión de Romanos 5:3 al 5.
1) Paciencia. La palabra griega que se tradujo así es hupomone, y signi ca “perseverancia inalterable”. Este es el tipo de perseverancia que promueve la tribulación en aquel que conserva la fe y que no pierde de vista la esperanza que tiene en Cristo, incluso en medio de las pruebas y el sufrimiento que pueden hacer que la vida sea tan miserable a veces.
2) Prueba. Su correspondiente en griego es dokime, que signi ca, literalmente, “la calidad de ser aprobado”; es decir, “prueba” (RVR) o, más especí camente, “entereza de carácter” (NVI). El que pacientemente soporta pruebas puede desa- rrollar un “carácter aprobado” (RVR 95).
3) Esperanza. La perseverancia y la aprobación, naturalmente, dan lugar a la esperanza: la esperanza que se encuentra en Jesús y la promesa de salvación en él. Mientras nos aferremos a Jesús en fe, arrepentimiento y obediencia, tenemos mucho que esperar.

¿Qué es lo que esperas más que cualquier otra cosa en toda tu vida? ¿Cómo se puede cumplir en Jesús esa esperanza? ¿Se puede cumplir? Si no, ¿estás seguro de que deseas tener tanta esperanza en eso?

CUANDO TODAVÍA ÉRAMOS PECADORES

Lee Romanos 5:6 al 8. ¿Qué nos dice este pasaje sobre el carácter de Dios, y por qué está tan lleno de esperanza para nosotros?

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Cuando Adán y Eva transgredieron vergonzosamente y sin ninguna excusa la exigencia divina, Dios dio los primeros pasos hacia la reconciliación. Desde entonces, Dios ha tomado la iniciativa de proveer un camino de salvación e invitar a hombres y mujeres a aceptarlo. “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo” (Gál. 4:4).

Romanos 5:9 dice que podemos ser salvos de la ira de Dios por medio de Jesús. ¿Qué implica eso?

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En la víspera de la partida de los israelitas de Egipto, la sangre en los postes de sus puertas protegió a los primogénitos de la ira que les sobrevino a todos los primogénitos de Egipto. Asimismo, la sangre de Jesucristo garantiza que quien ha sido justi cado y conserve ese estatus será protegido cuando la ira de Dios nalmente destruya el pecado al nal de los tiempos.
Algunos tienen di cultades con la idea de un Dios amoroso que se aíra. Pero es precisamente debido a su amor que esta ira existe. ¿Cómo podría Dios, que ama al mundo, no airarse contra el pecado? Si le fuésemos indiferentes, no le importaría lo que nos sucede aquí. Mira el mundo a tu alrededor, y verás lo que el pecado le ha hecho a su creación. ¿Cómo podría Dios no enojarse contra semejante maldad y devastación?

¿Qué otras razones se nos da para regocijarnos? Rom. 5:10, 11.
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Algunos comentaristas han visto en Romanos 5:10 una referencia a la vida que Cristo vivió en esta Tierra, durante la cual forjó un carácter perfecto que ahora ofrece acreditarnos. Aunque esto sin duda es lo que logró la vida perfecta de Cristo, Pablo parece enfatizar el hecho de que, si bien Cristo murió, también resucitó y vive para siempre (ver Heb. 7:25). Porque él vive, nosotros somos salvos. Si se hubiese quedado en la tumba, nuestras esperanzas habrían perecido con él. Romanos 5:11 continúa enumerando las razones que tenemos para regocijarnos en el Señor, y eso se debe a lo que Jesús consiguió para nosotros.

MUERTE POR EL PECADO

La muerte es un enemigo, el peor. Cuando Dios creó a la familia humana, dispuso que sus miembros vivieran para siempre. Salvo algunas excepciones, los seres humanos no quieren morir; y los que sí quieren, es solo después de una gran angustia, un gran sufrimiento personal. La muerte va en contra de nuestra naturaleza más básica. Y eso es porque, desde el principio, fuimos creados para vivir para siempre. La muerte debía sernos extraña.

Lee Romanos 5:12. ¿Qué describe Pablo? ¿Qué explica esto?

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Los comentaristas han debatido más sobre este pasaje bíblico que sobre la mayoría de los otros. Tal vez la razón sea, como lo indica el Comentario bíblico adventista, que estos comentaristas han “tratado de usarlo para propósitos que no son los de Pablo” (t. 6, p. 525).
Un tema en el que disienten es la manera en que el pecado de Adán fue trans- mitido a su descendencia. Los descendientes de Adán ¿compartieron la culpa del pecado de Adán o son culpables ante Dios por sus propios pecados? Se ha intentado obtener una respuesta a esa pregunta a partir de este versículo, pero ese no es el tema que Pablo aborda aquí. El apóstol tenía un objetivo totalmente distinto en mente; y vuelve a subrayar lo que ya dijo: “Por cuanto todos pecaron” (Rom. 3:23). Debemos reconocer que somos pecadores, porque esa es la única manera en que nos daremos cuenta de nuestra necesidad de un Salvador. Aquí Pablo estaba tratando de lograr que los lectores comprendieran cuán malo es el pecado y lo que desencadenó en este mundo a través de Adán. Luego, muestra lo que Dios nos ofrece en Jesús como el único remedio para la tragedia introducida en nuestro mundo a través del pecado de Adán.
Sin embargo, este versículo solo habla del problema: la muerte en Adán; no de la solución: la vida en Cristo. Uno de los aspectos más gloriosos del evangelio es que la muerte ha sido absorbida por la vida. Jesús pasó por los portales de la tumba y rompió sus ataduras. Nos dice: “Yo soy [...] el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apoc. 1:17, 18). Como Jesús tiene las llaves, el enemigo ya no puede retener a sus víctimas en la tumba.

¿Cuál ha sido tu experiencia con la realidad y la tragedia de la muerte? ¿Por qué, ante un enemigo tan implacable, debemos tener esperanza en algo más grande que nosotros mismos o mayor que cualquier cosa que este mundo ofrece?

DESDE ADÁN HASTA MOISÉS

Lee Romanos 5:13 y 14. ¿Qué nos quiere enseñar Pablo sobre la Ley?

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La frase “antes de la ley” es paralela a la declaración “desde Adán hasta Moisés”. Él está hablando del tiempo en el mundo desde la Creación hasta el Sinaí, antes de la introducción formal de las reglas y las leyes del sistema israelita que, por supuesto, incluían los Diez Mandamientos.
“Antes de la ley” signi ca antes de que Dios detallara sus requerimientos en las distintas leyes dadas a Israel en el Sinaí. El pecado existía antes del Sinaí. ¿Cómo no? La mentira, el asesinato, el adulterio y la idolatría ¿no eran actos pecaminosos hasta entonces? Por supuesto que sí.
Es verdad que, antes del Sinaí, la raza humana tenía, en general, solo una re- velación limitada de Dios, pero obviamente sabía lo su ciente como para rendir cuentas. Dios es justo, y no va a castigar a nadie injustamente. La gente en el mundo anterior al Sinaí moría, como señala Pablo aquí. La muerte pasó a todos. Aunque no habían pecado contra un mandamiento expresamente revelado, de todos modos habían pecado. Tenían las revelaciones de Dios en la naturaleza, a las que no habían respondido, y por lo tanto se los consideró culpables. “Las cosas invisibles de él [...] se hacen claramente visibles desde la creación del mundo [...] de modo que no tienen excusa” (Rom. 1:20).

¿Con qué propósito se reveló Dios más plenamente en la “ley”? Rom. 5:20, 21.
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La instrucción dada en el Sinaí incluía la Ley Moral, aunque ya existía desde antes. Sin embargo, esta fue la primera vez, según la Biblia, que se escribió esta ley y se proclamó ampliamente.
Cuando los israelitas comenzaron a compararse con las exigencias divinas, descubrieron que no cumplían con las expectativas. En otras palabras, “el pecado” abundaba. De repente, se dieron cuenta de la magnitud de sus transgresiones. El propósito de esa revelación era ayudarlos a ver su necesidad de un Salvador y llevarlos a aceptar la gracia que Dios ofrecía tan libremente. Como se destacó con anterioridad, la verdadera versión de la fe veterotestamentaria no era legalista.

¿En qué medida las leyes de tu país te muestran una concepción humana del bien y del mal? Si las leyes humanas pueden hacer eso, ¿qué puedes decir de la eterna Ley de Dios?

JESÚS, EL SEGUNDO ADÁN

“Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justi cación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Rom. 5:18, 19). ¿Qué contraste se presenta aquí? ¿Qué esperanza se nos ofrece en Cristo?
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Como seres humanos, de Adán no recibimos nada más que la sentencia de muerte. No obstante, Cristo intervino y recorrió el terreno donde Adán cayó, sopor- tando todas las pruebas en nombre de los seres humanos. Él redimió el desgraciado fracaso de Adán y su caída y, por consiguiente, como nuestro Sustituto, nos puso en un lugar privilegiado delante de Dios. Por lo tanto, Jesús es el “segundo Adán”.
“El segundo Adán era un ser moral libre, responsable por su conducta. Rodeado por in uencias intensamente sutiles y engañosas, estuvo en una condición mucho menos favorable que el primer Adán para vivir una vida sin pecado; sin embargo, en medio de los pecadores, resistió toda tentación a pecar y mantuvo su inocencia. Siempre estuvo sin pecado” (CBA 6:1.074).

¿De qué manera se contrastan los actos de Adán y de Cristo en Romanos 5:15 al 19?
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Considera estos conceptos opuestos: muerte, vida; desobediencia, obediencia; condenación, justi cación; pecado, justicia. ¡Jesús vino y deshizo todo lo que Adán había hecho!
También es fascinante que la palabra don aparezca cinco veces en Romanos 5:15 al 17. ¡Cinco veces! La razón es sencilla: Pablo enfatiza que la justi cación no se gana; llega como regalo. Es algo que no merecemos. Como con todo regalo, tenemos que extender la mano y aceptarlo; y en este caso, reclamamos este don por la fe.

¿Cuál fue el mejor regalo que recibiste? ¿Qué lo hacía tan bueno, tan especial? ¿Por qué el hecho de que fuese un regalo, en vez de algo que obtuviste, hace que lo aprecies mucho más? Con todo, ¿cómo se podría comenzar a comparar este regalo con lo que tenemos en Jesús?

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “Ayuda en la vida cotidiana”, El minis- terio de curación, pp. 373-375; “Cristo, el centro del mensaje”, Mensajes selectos, t. 1, pp. 449-451; y “La tentación y la caída”, Patriarcas y profetas, pp. 34-47.
“Muchos están engañados acerca de la condición de su corazón. No com- prenden que el corazón natural es engañoso más que todas las cosas, y deses- peradamente impío. Se envuelven con su propia justicia y están satisfechos con alcanzar su propia norma humana de carácter” (MS 1:376).
“Hay gran necesidad de que Cristo sea predicado como la única esperanza y salvación. Cuando la doctrina de la justi cación por la fe fue presentada [...] llegó a muchos como el agua que recibe el viajero sediento. El pensamiento de que nos es imputada la justicia de Cristo, no debido a ningún mérito de nuestra parte, sino como una dádiva gratuita de Dios, pareció un pensamiento precioso” (ibíd., p. 422).
“El cual es gura del que había de venir (5:14). ¿En qué sentido es Adán gura de Cristo? Así como Adán se convirtió en causa de muerte para sus descendientes, aunque estos no comieron del árbol prohibido, así también Cristo se convirtió en un dispensador de justicia para los que son suyos, aunque estos no hayan obtenido ninguna justicia; porque mediante la Cruz, él ha conseguido (justicia) para todos los hombres. La gura de la transgresión de Adán está en nosotros, porque mo- rimos como si hubiésemos pecado como él. La gura de Cristo está en nosotros, porque vivimos como si hubiéramos cumplido toda justicia como él”.–M. Lutero, Commentary on Romans, pp. 96, 97.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. “Se necesita un estudio mucho más profundo de la Palabra de Dios; especial- mente los libros de Daniel y el Apocalipsis deberían recibir atención como nunca antes en nuestra obra. Bien podremos tener menos que decir sobre algunos temas referentes al Papado, pero debemos llamar la atención a lo que los profetas y los apóstoles escribieron bajo la inspiración del Espíritu de Dios” (Ev 420). ¿De qué modo entendemos esta cita de Elena de White?
2. Medita en la realidad de la muerte, en lo que esta le hace no solo a la vida, sino también al signi cado de la vida. Muchos escritores y lósofos han lamentado la absoluta falta de sentido de la vida porque termina en la muerte eterna. ¿De qué forma les respondemos como cristianos? ¿Por qué la esperanza que tenemos en Jesús es la única respuesta a esa falta de sentido?
3. Así como la caída de Adán impuso una naturaleza caída en todos nosotros, la victoria de Jesús ofrece la promesa de la vida eterna a todos los que la aceptamos por fe, sin excepciones. Con una provisión tan maravillosa a nuestro alcance, ¿qué impide que la gente se acerque y la reclame para sí? ¿Cómo podemos ayudar a quienes tratan de entender mejor lo que Cristo ofrece y lo que ha hecho por ellos?

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