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LOS ESCOGIDOS | Lección 11: Para el 16 de diciembre de 2017

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 10; 11. PARA MEMORIZAR: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque tam- bién yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín” (Rom. 11:1). LA LECCIÓN DE ESTA SEMANA ABARCA Romanos 10 y 11. Si bien haremos un énfasis especial [...]


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LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 10; 11.

PARA MEMORIZAR: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque tam- bién yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín” (Rom. 11:1).

LA LECCIÓN DE ESTA SEMANA ABARCA Romanos 10 y 11. Si bien haremos un énfasis especial en el capítulo 11, es importante leer ambos capítulos completos.
Estos dos capítulos han sido, y siguen siendo, el punto focal de muchos debates. No obstante, hay algo que se evidencia claramente a través de todos ellos: el amor de Dios por la humanidad y su gran deseo de que toda la humanidad se salve. No existe ningún rechazo colectivo para la salvación. Romanos 10 deja muy en claro que “no hay diferencia entre judío y griego” (Rom. 10:12): todos son pecadores y todos necesitan la gracia de Dios ofrecida al mundo mediante Jesucristo. Esta gracia nos llega a todos, no según la nacionalidad, el nacimiento, o las obras de la Ley, sino por la fe en Jesús, que murió como Sustituto de los pecadores de todos los lugares y los tiempos. Los roles pueden cambiar, pero el plan básico de salvación no cambia nunca.
Como se dijo anteriormente, es importante entender que, cuando Pablo habla de escogidos y de llamados, el tema no es la salvación, sino la función en el plan de Dios para alcanzar al mundo. Ningún grupo ha sido rechazado para la salvación. Ese nunca fue el tema en cuestión, sino que, después de la Cruz y después de la introducción del evangelio a los gentiles, el movimiento primitivo de los creyentes (judíos y gentiles) asumió la responsabilidad de evangelizar al mundo.

CRISTO Y LA LEY

Lee Romanos 10:1 al 4. Teniendo en cuenta todo lo mencionado anterior- mente, ¿cuál es el mensaje aquí? ¿Cómo podríamos, hoy, correr peligro de buscar establecer nuestra propia justicia?
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El legalismo puede presentarse de muchas formas, algunas más sutiles que otras. Quienes se miran a sí mismos: sus buenas obras, su dieta, con cuánta rigu- rosidad guardan el sábado, todas las cosas malas que no hacen o las cosas buenas que han logrado incluso con las mejores intenciones; todos estos están cayendo en la trampa del legalismo. A cada momento, en nuestra vida, debemos mantener ante nosotros la santidad de Dios en contraste con nuestra pecaminosidad; esa es la manera más segura de protegernos de la clase de pensamiento que lleva a la gente a buscar su propia justicia, que es contraria a la justicia de Cristo.
Romanos 10:4 es un versículo importante que presenta la esencia de todo el mensaje de Pablo a los romanos. Primero que todo, necesitamos conocer el contexto. Muchos judíos estaban “procurando establecer la suya [justicia] propia” (Rom. 10:3) y buscaban “la justicia que es por la ley” (Rom. 10:5). Pero, con la venida del Mesías, se manifestó el verdadero camino de la justicia. Se les ofreció justicia a todos los que depositaran su fe en Cristo. Él era Aquel a quien el antiguo sistema ceremonial había señalado.
Aun si incluimos los Diez Mandamientos en esta de nición de Ley, no signi ca que los Diez Mandamientos se hayan suprimido. La Ley Moral señala nuestros pe- cados, nuestras faltas, nuestras de ciencias; de este modo, nos conduce a nuestra necesidad de un Salvador, nuestra necesidad de perdón, nuestra necesidad de justicia; y todo esto se encuentra solo en Jesús. Cristo es el “ n” de la Ley, en el sentido de que la Ley nos conduce a él y a su justicia. Aquí, la palabra griega para “ n” es télos, que también se puede traducir como “meta” o “propósito”. Cristo es el propósito nal de la Ley, pues la Ley nos conduce a Jesús.
Considerar que este texto enseña que los Diez Mandamientos (o especí ca- mente el cuarto, al que apuntan estas personas) están ahora anulados es sacar una conclusión que va en contra de muchas otras enseñanzas de Pablo y del Nuevo Testamento.

¿Alguna vez descubriste que te sentías orgulloso de lo bueno que eras, especial- mente en comparación con los demás? Tal vez eres “mejor”... ¿y qué? Compárate con Cristo, y luego piensa en lo “bueno” que eres en realidad.

LA ELECCIÓN DE LA GRACIA

Lee Romanos 11:1 al 7. ¿Qué doctrina común niega en forma clara e
irrevocable este pasaje?
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En la primera parte de su respuesta a la pregunta: “¿Ha desechado Dios a su pueblo?”, Pablo señala a un remanente escogido por gracia como prueba de que Dios no ha desechado a su pueblo. La salvación está a disposición de todos los que la aceptan, judíos y gentiles por igual.
Deberíamos recordar que los primeros conversos al cristianismo eran todos judíos (por ejemplo, el grupo que se convirtió en el día de Pentecostés). Hizo falta una visión especial y un milagro para convencer a Pedro de que los gentiles tenían igual acceso a la gracia de Cristo (Hech. 10, comparar con Hech. 15:7-9) y que también se les debía llevar el evangelio.

Lee Romanos 11:7 al 10. Pablo ¿está diciendo que Dios cegó a propósito a la parte de la población de Israel que rechazó a Jesús para que no se salvara? ¿Qué hay de malo con esta idea?
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En Romanos 11:8 al 10, Pablo cita el Antiguo Testamento, al que los judíos aceptaban como normativa. Los pasajes que Pablo menciona representan a Dios dándole a Israel un espíritu de sueño que le impide ver y oír. ¿Ciega Dios los ojos de la gente para evitar que vean la luz que los conducirá a la salvación? ¡Nunca! Estos pasajes deben interpretarse a la luz de nuestra explicación de Romanos 9. Pablo no está hablando de la salvación individual, porque Dios no rechaza a ningún grupo en masa para la salvación. La cuestión aquí, como en las secciones anteriores, tiene que ver con la función que estas personas desempeñan en la obra de Dios.

¿Qué tiene de malo la idea de que Dios haya rechazado en masa a algún grupo de personas en relación con su salvación? ¿Por qué es esto contrario a toda la enseñanza del evangelio, que en su esencia muestra que Cristo murió para sal- var a todos los seres humanos? ¿De qué manera, por ejemplo, en el caso de los judíos, esta idea ha llevado a resultados trágicos?

LAS RAMAS NATURALES

Lee Romanos 11:11 al 15. ¿Qué gran esperanza presenta Pablo en este pasaje?

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En este pasaje, encontramos dos expresiones paralelas: 1) “su [de los israelitas] plena restauración” (Rom. 11:12), y 2) “su [de los israelitas] restitución” (Rom. 11:15). Pablo concebía que el detrimento y el rechazo solo serían temporales, y que les seguirían la plenitud y la restitución. Esta es la segunda respuesta de Pablo a la pregunta planteada al principio del capítulo: “¿Acaso rechazó Dios a su pueblo?” Lo que parece ser un rechazo, dice, es solo una situación temporal.

Lee Romanos 11:16 al 24. ¿Qué nos está diciendo Pablo aquí?

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Pablo compara al remanente el de Israel con un olivo noble, cuyas ramas han sido desgajadas (los incrédulos); esta es una ilustración que usa para probar que “Dios no rechazó a su pueblo” (Rom. 11:2). La raíz y el tronco todavía están allí.
En este árbol se han injertado los gentiles creyentes. Ellos obtienen su savia y su vitalidad de la raíz y del tronco, que representan al Israel creyente.
Lo que les sucedió a quienes rechazaron a Jesús podría sucederles también a los creyentes gentiles. La Biblia no enseña ninguna doctrina de “una vez salvo, siempre salvo”. Así como la salvación se ofrece libremente, también se la puede rechazar libremente. Aunque debemos tener cuidado de no pensar que cada vez que caemos quedamos fuera de la salvación, o que no somos salvos a menos que seamos perfectos, también debemos evitar el otro extremo: la idea de que una vez que la gracia de Dios nos cubre no hay nada que podamos hacer, ninguna decisión que podamos tomar, que nos quite la provisión de la salvación. En de nitiva, solo aquellos que se “mantiene[n] en su bondad” (Rom. 11:22) serán salvos.
Ningún creyente debería jactarse de su bondad ni sentirse superior a sus seme- jantes. No merecemos nuestra salvación; es un regalo. Delante de la Cruz, delante del estandarte de la santidad de Dios, todos somos iguales: pecadores que necesi- tamos la gracia divina, pecadores que necesitamos una santidad que solo puede ser nuestra mediante la gracia. No tenemos nada en nosotros mismos de lo cual alardear; nuestra jactancia debe ser solo en Jesús y en lo que él hizo por nosotros al venir a este mundo en carne humana, al sufrir nuestras a icciones, al morir por nuestros pecados, al ofrecernos un modelo de cómo debemos vivir y al prometernos poder para llevar adelante esa vida. En todo somos completamente dependientes de él, porque sin él no tendríamos esperanza más allá de lo que este mundo ofrece.

TODO ISRAEL SERÁ SALVO

Lee Romanos 11:25 al 27. ¿Qué grandes acontecimientos predice Pablo?

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Los cristianos han analizado y debatido Romanos 11:25 al 27 durante siglos.
Sin embargo, hay algunas cuestiones que son claras. En primer lugar, aquí el signi cado de todo es que Dios se acerca a los judíos. Lo que Pablo está diciendo responde a la pregunta planteada al principio del capítulo: “¿Acaso rechazó Dios a su pueblo?” Su respuesta, por supuesto, es que “no”, y su explicación es: 1) que la ceguera (porosis, en griego, “dureza”) es solo en “parte”; y 2) que es solo temporal, “hasta que haya entrado la totalidad de los gentiles”.
¿Qué signi ca “la totalidad de los gentiles”? Muchos consideran que esta frase es una manera de expresar el cumplimiento de la comisión evangélica, cuando todo el mundo oirá el evangelio. “La totalidad de los gentiles” se cumple cuando el evangelio ha sido predicado en todas partes. La fe de Israel, manifestada en Cristo, se universaliza: el evangelio ha sido predicado a todo el mundo; la venida de Jesús está cerca. Este es el momento en que muchos judíos deciden acudir a Jesús.
Otra cuestión difícil es el signi cado de “todo Israel será salvo” (Rom. 11:26). Esto no debe interpretarse como que todos los judíos recibirán salvación en el tiempo del n por algún decreto divino. En ninguna parte las Escrituras predican el universalismo, ya sea para toda la raza humana como para un segmento en par- ticular. Pablo esperaba “salvar a algunos de ellos” (Rom. 11:14). Algunos aceptaron al Mesías y otros lo rechazaron, como ocurre con todos los grupos de personas.
Al hacer un comentario sobre Romanos 11, Elena de White habla de un tiempo “en la proclamación nal del evangelio” cuando “muchos judíos [...] recibirán por la fe a Cristo como su Redentor” (HAp 306).
“Hay una grandiosa obra que ha de hacerse en nuestro mundo. El Señor ha declarado que los gentiles serán reunidos; y no solo los gentiles, sino también los judíos. Hay entre los judíos muchas personas que se convertirán, y por medio de los cuales veremos cómo la salvación de Dios avanzará como una lámpara que arde. Hay judíos en todas partes, y a ellos ha de serles llevada la luz de la verdad presente. Hay entre ellos muchos que vendrán a la luz, y que proclamarán la inmutabilidad de la Ley de Dios con maravilloso poder” (Ev 421).

Tómate un tiempo para re exionar en las raíces judías de la fe cristiana. ¿En qué medida un estudio selectivo de la religión judía podría ayudarte a comprender mejor tu fe cristiana?

LA SALVACIÓN DE LOS PECADORES

El amor de Pablo por su pueblo se evidencia claramente en Romanos 11:25 al 27. Debió de haber sido muy duro para él que algunos de sus compatriotas lucharan contra él y contra la verdad del evangelio. Sin embargo, en medio de todo esto, todavía creía que muchos verían a Jesús como el Mesías.
Lee Romanos 11:28 al 36. ¿De qué modo muestra Pablo el amor de Dios, no solo para con los judíos, sino también para con toda la humanidad? ¿Cómo expresa asombros y misterio el poder de la gracia de Dios?
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En Romanos 11:28 al 36, aunque se hace un contraste entre judíos y gentiles, queda clara una cosa: la misericordia, el amor y la gracia de Dios se derraman sobre los pecadores. Desde antes de la fundación del mundo, el plan de Dios fue salvar a la humanidad y usar a otros seres humanos, incluso a naciones, como instrumentos en sus manos para cumplir la voluntad divina.

Lee Romanos 11:31 con atención y oración. ¿Qué aspecto de este versículo es importante, especí camente, en relación con nuestro testimonio, no solo para con los judíos, sino también para con todas las personas con las que entramos en contacto?
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Sin duda, si la iglesia cristiana hubiera tratado mejor a los judíos a través de los siglos, muchos más podrían haberse acercado a su Mesías. El gran abandono en los primeros siglos después de Cristo y la paganización extrema del cristianismo, incluyendo el rechazo del día de reposo sabático en favor del domingo, por cierto no facilitó mucho que un judío pudiera sentirse atraído por Jesús.
Por eso, qué importante es que todos los cristianos, al percatarse de la miseri- cordia que se les ha ofrecido en Jesús, mani esten esa misericordia a los demás. No podemos ser cristianos si no lo hacemos (ver Mat. 18:23-36).

¿Hay alguien a quien necesites mostrarle misericordia y que, tal vez, no la me- rezca? ¿Por qué no mostrarle a esa persona esa misericordia, por más difícil que resulte? ¿No es eso lo que Jesús ha hecho por nosotros?

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “Ante el Sanedrín”, “De perseguidor a discípulo” y “Cartas escritas desde Roma”, Los hechos de los apóstoles, pp. 64, 65, 92-94, 378, 379; “Para alcanzar a los católicos”, El evangelismo, pp. 418-420; y “Qué predicar y qué no predicar”, Mensajes selectos, t. 1, pp. 182, 183.
“A pesar del fracaso de Israel como nación, había entre ellos un buen rema- nente que se salvaría. En el tiempo del advenimiento del Salvador, había hombres y mujeres eles que habían recibido con alegría el mensaje de Juan el Bautista, y habían sido inducidos así a estudiar de nuevo las profecías concernientes al Mesías. Cuando se fundó la iglesia cristiana primitiva, estaba compuesta por estos eles judíos que reconocieron a Jesús de Nazaret como Aquel cuyo advenimiento habían anhelado” (HAp 302).
“Entre los judíos hay algunos que, como Saulo de Tarso, son poderosos en las Escrituras, y estos proclamarán con poder la inmutabilidad de la Ley de Dios [...]. Cuando sus siervos trabajen con fe por quienes han sido mucho tiempo descui- dados y despreciados, su salvación se revelará” (HAp 306).
“En la proclamación nal del evangelio, cuando una obra especial deberá hacerse en favor de las clases descuidadas hasta entonces, Dios espera que sus mensajeros mani esten particular interés en el pueblo judío, que se halla en todas partes de la Tierra. Cuando las escrituras del Antiguo Testamento se combinen con las del Nuevo para explicar el eterno propósito de Jehová, eso será para muchos judíos como la aurora de una nueva creación, la resurrección del alma. Cuando vean al Cristo de la dispensación evangélica pintado en las páginas de las escri- turas del Antiguo Testamento, y perciban cuán claramente el Nuevo Testamento explica al Antiguo, sus facultades adormecidas se despertarán, y reconocerán a Cristo como el Salvador del mundo. Muchos recibirán por la fe a Cristo como su Redentor” (HAp 306).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. A medida que la Ley de Dios, y especialmente el sábado, cobra gran impor- tancia en los últimos días, ¿no es razonable pensar que los judíos (muchos de ellos tan rmes como los adventistas en el cumplimiento de los Diez Mandamientos) tendrán un papel en ayudar a aclarar algunas cuestiones ante el mundo? A n de cuentas, cuando de guardar el sábado se trata, los adventistas, en contraste con los judíos, son novatos. Analicen esta idea en la clase.
2. De todas las iglesias, ¿por qué debería la Iglesia Adventista ser la más exitosa en alcanzar a los judíos? ¿Qué pueden hacer tú o tu iglesia local para tratar de alcanzar a los judíos de tu comunidad?
3. ¿Qué podemos aprender de los errores de muchos en el antiguo Israel? ¿De qué forma podemos evitar hacer lo mismo hoy?

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