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Lección 9: Jesús las ministraba en sus necesidades

Resumen de la lección en video Descargar video LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Marcos 5:22-43; 10:46-52; Juan 5:1-9; Salmos 139:1-13; Marcos 2:1-12; Hechos 9:36-42. PARA MEMORIZAR: “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el [...]


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Resumen de la lección en video

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Marcos 5:22-43; 10:46-52; Juan 5:1-9; Salmos 139:1-13; Marcos 2:1-12; Hechos 9:36-42.

PARA MEMORIZAR:

“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mat. 9:35).

En un país africano, una mujer adventista, jubilada, pensaba dejar de ministrar. Pero, en su comunidad, el sida causaba estragos, y lo más urgente era alimentar bien a los huérfanos del sida. En 2002, ella y su iglesia comenzaron a alimentar a los niños de la comunidad con una buena comida seis días por semana. Comenzaron con cincuenta niños y, en 2012, estaban sirviendo a 300 niños cada día. Luego, comenzaron un curso preescolar y ahora asisten 45 de esos niños. Otros servicios fueron distribuir ropa de ADRA, compartir verduras y maíz de una huerta que ellos mantenían y cuidar a los enfermos. Comenzaron a ayudar a las mujeres, enseñándoles labores manuales para que pudiesen generar sus propios ingresos. Esta demostración de amor produjo una iglesia nueva. Al comienzo había cinco miembros y, para 2012, ya asistían 160 personas. Ese año, Dios proveyó los recursos a fin de construir un orfanato y un edificio nuevo para la iglesia.

Esto es un ejemplo práctico de por qué atender las necesidades de la comunidad es tan importante para los cristianos.

INTERRUPCIONES AL MINISTRAR

Jesús bajó de la barca cerca de Capernaum. (Ver Mar. 5.) Sus discípulos todavía están aturdidos por el encuentro con el hombre endemoniado en Decápolis. Como de costumbre, una multitud lo espera. Ansiosos de ganar su atención, las personas se apretujan para acercarse a Jesús. Inmediatamente le piden ayuda: esta vez un dirigente de la sinagoga.

Lee Marcos 5:22 al 43. Mientras Jesús está en camino para ministrar en sus necesidades a este dirigente de la sinagoga, ¿qué lo interrumpió y de qué modo reaccionó ante esto? Más importante, ¿qué lecciones debemos obtener de esta historia para nosotros y de qué forma reaccionamos cuando nos interrumpen en el ministerio?

Afrontémoslo, a ninguno le gustan las interrupciones. Estamos ocupados, tenemos cosas para hacer, lugares adonde ir, trabajos que terminar. Nos fijamos metas y queremos cumplirlas, y dentro de cierto marco de tiempo. Las interrupciones pueden ponerse en nuestro camino.

Por eso, si alguien viene con una necesidad, o con un pedido de ayuda, puede ser molesto si el momento no es conveniente. A veces no se puede dejar de lado lo que uno está haciendo. Al mismo tiempo, ¿cuán a menudo podríamos dejar lo que estamos haciendo y ayudar, pero no lo hacemos, solo porque no queremos hacerlo?

No obstante, a menudo las mayores oportunidades para ministrar en las necesidades de la gente vienen por medio de interrupciones. Nosotros tratamos de evitar las interrupciones y nos molesta cuando se arruinan nuestros planes. Al considerar el ministerio de Jesús, notamos que algunas de las necesidades que él atendió fueron interrupciones, a las que respondió amorosamente. Pensemos: muchas oportunidades de ministrar nos llegan en la forma de interrupciones. Ya hemos considerado la historia del buen samaritano. ¿Quién sabe adónde se dirigía y lo que tenía que hacer, cuando llegó allí? Pero de todos modos, él se detuvo a ministrar.

¡Hablemos de interrupciones!

¿Cuándo fue la última vez que alguien te interrumpió con una necesidad y pedido de ayuda? ¿De qué modo reaccionaste?

¿CÓMO PUEDO AYUDARTE?

Lee Marcos 10:46 al 52; y Juan 5:1 al 9. En ambos casos, Jesús hizo preguntas. ¿Por qué haría eso?

Nota que, en ambos casos, Jesús preguntó qué deseaban, aun cuando era obvio lo que querían. Y aun si no hubiera sido así, de todos modos Jesús habría sabido cuáles eran esas necesidades.

Sin embargo, al hacer esas preguntas, Jesús les mostró respeto a los hombres. Mostró que él los escuchaba y, por lo tanto, que se interesaba en aquello con lo cual luchaban. En muchos casos la gente, tal vez más que ninguna otra cosa, sencillamente solo quiere alguien con quien hablar, alguien que los escuchara, porque a veces poder hablar acerca de sus luchas puede ayudar a la persona a sentirse mejor.

Considera por un momento cómo te sentirías si entraras al consultorio de un médico, y el médico te da una mirada, escribe una receta y te despide. Seguramente, tendrías dudas de si esta persona sabe lo que necesitas. Podrías decir: “El médico ni me preguntó cómo me sentía, ni escuchó los latidos de mi corazón o me tomó la presión o...” Una de las reglas básicas de la práctica médica es “Diagnostica antes de tratar”.

El mismo concepto se aplica a la obra médico misionera, que se concentra en el bienestar de la gente y en atender sus necesidades holísticas. Demasiadas iglesias creen que ya saben, o que adivinan qué necesidades deben servir a otros en su comunidad. Cuando hacemos el esfuerzo de hablar con la gente acerca de sus necesidades o las necesidades de la comunidad, sienten que nos preocupamos por ellos, y nos informan de qué modo podemos servir de una manera que sea apreciada. Además, estaremos haciendo amigos nuevos.

“Recordad que podéis derribar la más grande oposición al mostrar un interés personal en aquellos con quienes os encontráis. Cristo demostró un interés personal en los hombres y las mujeres mientras vivió en esta tierra. Doquiera iba era un médico misionero. Hemos de ir por doquiera haciendo el bien como él hizo. Se nos ha enseñado a dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, y consolar al triste” (MB 169).

La mayoría de nosotros no tenemos problemas en expresar nuestras opiniones. ¿De qué forma podemos aprender a ser mejores oyentes?

LAS NECESIDADES MÁS PROFUNDAS

Jesús, como Señor, sabía más acerca de la gente que ellos mismos. Hay muchos informes en los Evangelios donde Jesús mostró que no sólo sabía lo que la gente pensaba en ese momento (ver Mar. 2:8), él también conocía su historia pasada (Juan 4:18).

Lee Salmos 139:1 al 13. ¿Qué nos dice aquí la Palabra de Dios?

Como vimos ayer, Jesús conocía las necesidades de la gente y la ministraba en sus necesidades. De hecho, él sabía aun las necesidades que estaban bajo la superficie. Esta realidad se ve en la historia del paralítico. Aunque era obvio, superficialmente, lo que necesitaba era sanidad física, pero había allí algo más profundo, que es por qué antes de decirle que tomara su cama y se fuera caminando, Jesús dijo: “Hijo, tus pecados te son perdonados” (Mar. 2:5).

Lee Marcos 2:1 al 12. ¿Qué sucedía debajo de la superficie con respecto a este hombre? ¿De qué maneras esta necesidad muy profunda podría ser un problema para todos aquellos a quienes procuramos ministrar?

Jesús sabía que el problema era más que físico. “Sin embargo, no era tanto la curación física como el alivio de su carga de pecado lo que deseaba. Si podía ver a Jesús, y recibir la seguridad del perdón y de la paz con el Cielo, estaría contento de vivir o de morir, según fuese la voluntad de Dios” (DTG 233).

Por supuesto, no podremos llegar debajo de la superficie como lo hizo Jesús. No obstante, podemos estar seguros de que quien sea a quien ministremos, será una criatura dañada por el pecado. Es decir, cualesquiera sean las necesidades superficiales, también tienen necesidad de gracia, del conocimiento de un Dios que los ama, que murió por ellos y quiere lo mejor para ellos.

Piensa en cuánto anhelas tú tener la certeza de la salvación y el saber que Dios te ama. ¿De qué forma puedes ayudar a otros a experimentar esa misma certeza y amor?

DORCAS EN JOPE

Lee Hechos 9:36 al 42. ¿Qué hizo Dorcas cuando descubrió las necesidades que la rodeaban? En Hechos 9:41, ¿qué implica la frase “a los santos y a las viudas”?
Dorcas era una discípula de acción. “Había entonces en Jope una discípula llamada Talita” (Hech. 9:36). ¿Podría decirse: “En [nombre de tu ciudad] había discípulos llamados [nombre de tu congregación]” que “abundaban en buenas obras y en limosnas” (Hech. 9:36)?

Los “santos” son miembros de la iglesia cristiana; “las viudas” pueden incluir a miembros de la iglesia así como aquellos que no lo son. Dorcas servía a ambos grupos. Tu “·Jope” debe estar fuera de tu iglesia y dentro de ella. El interés y cuidado por los que están dentro de la iglesia es también una poderosa estrategia evangelizadora (ver Hech. 2:42-47). La gente de afuera puede decir entonces: “Vean cómo esos adventistas aman y se preocupan por cada uno de ellos”.

Lee Juan 13:34 y 35; y 15:12. ¿Cuál es el mismo mensaje en los tres textos, y por qué es tan importante que los sigamos como iglesia?

Al hacer planes para servir a la gente fuera de tu iglesia, debes considerar qué enfoque usarás.

Amy Sherman describe tres estilos que una iglesia puede usar al servir a su comunidad:
1) el estilo colonizador enfoca las necesidades de la comunidad que rodea tu iglesia. La mujer en el ministerio HIV/SIDA eligió la comunidad inmediata como su “Jope”. 2) El estilo jardinero es desarrollar vínculos con los vecinos fuera del área inmediata a la iglesia, como los jardineros consideran sus jardines como una extensión de sus hogares. A veces, varias iglesias se asocian para operar un centro de servicios a la comunidad, fuera de cada una de sus comunidades. En una ciudad, varias iglesias administraron una tienda de alimentos saludables, a partir de lo cual comenzó una iglesia nueva. 3) El estilo pastoral es servir a una población específica como meta, más bien que un vecindario geográfico.−Adaptado de Ronald J. Sider et.al., Churches That Make a Difference, p. 146.

LA IGLESIA EN ACCIÓN

“Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán” (Prov. 16:3, NVI).

Una vez que tu iglesia tiene una visión clara del modo en que puede ministrar a la comunidad, es importante desarrollar un plan, por el cual todos los departamentos de la iglesia puedan trabajar juntos, para convertir la visión en una realidad. Aun cuando puedas no considerarte un “líder” en tu iglesia, puedes contribuir. Además, es bueno que todos los miembros de la iglesia entiendan este proceso, porque tiene que ver con la misión de la iglesia a tu comunidad.

Idealmente, un plan estratégico de la iglesia debe basarse en elementos tomados de por lo menos tres fuentes: 1) de principios bíblicos y del espíritu de profecía; 2) del conocimiento de las necesidades de la comunidad; y 3) de la congregación. Algunas iglesias han reunido elementos de la congregación teniendo sesiones de “torbellinos de ideas”, durante los cuales se invita a todos los miembros de la iglesia a compartir sus ideas y sueños para extenderse a otros, y para mejorar su iglesia adentro.

Lee Lucas 14:25 al 35. ¿Qué tiene que ver este pasaje con el compromiso y la planificación que se necesitan para cumplir la misión de tu iglesia?

Al pensar en el proceso requerido para atender las necesidades de tu comunidad en forma efectiva, podrías pensar: esto exige mucho compromiso y tiempo. Preferiríamos algunos atajos. Las dos parábolas nos advierten contra tomar livianamente las responsabilidades de la misión y del discipulado. Ellos nos recuerdan que el análisis y la planificación para nuestra misión son esenciales. Es un asunto de buena mayordomía. El sabor de la sal en Lucas 14:34 representa devoción. Sin esto, nuestro servicio, nuestro discipulado, es inútil y no tiene sentido. Necesitamos una devoción ferviente y fiel a nuestro Señor y, si tenemos eso, seguirá una devoción ferviente y fiel al ministerio.

¿Cuáles son algunas maneras en que puedes trabajar con tu iglesia en la organización y planificación previa, sobre el modo en el que pueden extenderse hacia la comunidad?

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:Lee Deuteronomio 15:11; Job 29:11-17; Proverbios 14:31; 19:17; Hechos 3:6; Santiago 1:27 a 2:5; y “Comenzando la obra en Australia”, El ministerio de la bondad, pp. 345-361.

Pablo, así como Jesús, estaba involucrado en satisfacer las necesidades expresadas por la gente. Esto lo podemos ver, por ejemplo, en la famosa historia de Pablo en el Areópago en Atenas. En Hechos 17:23 Pablo, provocado por la idolatría que veía en la ciudad, se ocupó en discutir animosamente con los sabios locales y con todo aquel que en el mercado quisiera hablar con él. Percibió sus necesidades y problemas. Descubrió que tenían un hueco con la forma del Dios desconocido en sus vidas, y que necesitaban conocer al verdadero Dios y dejar de adorar a los ídolos inútiles. Luego comenzó a predicar en la sinagoga, donde estaban tanto judíos como piadosos [“griegos”, NVI] (vers. 17). En otras palabras, aprovechó la oportunidad que tenía y se extendió a otros con el evangelio. Pablo procuró encontrarlos donde ellos estaban, como podemos ver por la forma en que habló al pueblo cuando estaba fuera de la sinagoga y en la calle. Las masas creían en alguna clase de deidad, porque habían construido un altar “al Dios no conocido” (vers. 23). Más tarde, hasta citó a uno de sus propios poetas, que había escrito algo verdadero: “Linaje suyo somos” (vers. 28). Comenzando desde donde estaba la gente, quería apartarlos de sus ídolos y llevarlos al Dios vivo y a Jesús, resucitado de los muertos. En pocas palabras, evaluando las necesidades de aquellos a quienes quería alcanzar, Pablo trató de ayudarles a satisfacer esas necesidades.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. “El que enseñaba a la gente la manera de obtener paz y felicidad se preocupaba tanto de sus necesidades temporales como de las espirituales” (DTG 333). ¿Qué mensaje importante se da aquí con respecto a por qué debemos ministrar en las necesidades de otros?

2. ¿Por qué, al pensar en extendernos a otros, debemos tener cuidado de no olvidar cuál es nuestra meta final? ¿Cuál es esa meta final? Indica razones para tu respuesta.

3. ¿De qué forma podemos aprender a considerar las interrupciones, no como molestias, sino como oportunidades sagradas para el ministerio? ¿De qué modo Gálatas 2:20 nos ayuda en esta área?

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