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Lección 2: EL ESPÍRITU SANTO: OBRANDO TRAS BAMBALINAS - 1º Trim 2017

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Ezequiel 37:5, 9; Génesis 1:2; Job 26:13; Éxodo 31:1-5; Juan 16:13, 14; Gálatas 5:16-23. PARA MEMORIZAR: “Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:14). El Espíritu Santo no recibe en las Escrituras la misma atención prominente que el Padre y el Hijo. [...]


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LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:

Ezequiel 37:5, 9; Génesis 1:2; Job 26:13; Éxodo 31:1-5; Juan 16:13, 14; Gálatas 5:16-23.

PARA MEMORIZAR: “Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:14).

El Espíritu Santo no recibe en las Escrituras la misma atención prominente que el Padre y el Hijo. No obstante, la Biblia nos dice que el Espíritu Santo estuvo presente en momentos significativos a lo largo de la historia sagrada. En el principio, cuando Dios creó el mundo, el Espíritu estaba allí, pero en un segundo plano. Estuvo activo en la inspiración de los profetas de Dios, jugando así un papel clave en la escritura de la Palabra de Dios. También estuvo involucrado en la concepción de Jesucristo en el seno de María.

Sin embargo, el Espíritu Santo no está en el centro del registro bíblico y sabemos asombrosamente poco acerca de él. Permanece en segundo plano, y eso se debe a que su papel es adelantar la obra de Alguien más en la Deidad (Jesús, el Hijo de Dios) y darle gloria a Dios el Padre. Todo esto para que los seres humanos caídos podamos ser salvos de la muerte eterna que, de otro modo, el pecado traería sobre nosotros.

Por el testimonio de las Escrituras, sabemos que el Espíritu Santo acepta, voluntaria y gustosamente, un papel de apoyo, ayuda, sustento y equipamiento tras bambalinas. No importa si es en la creación, la redención o la misión, el Espíritu no busca ser el centro de atención más allá del papel crucial que juega.

8 de enero

EL CARÁCTER ESQUIVO DEL ESPÍRITU SANTO

 

Lee Juan 3:3 al 8; y Ezequiel 37:5 y 9. ¿Por qué el viento es una ilustración adecuada para la obra misteriosa del Espíritu Santo?

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Al comparar las acciones del Espíritu Santo con el viento, Jesús describe el carácter esquivo del Espíritu. Los movimientos del viento tienen algo misterioso. Es difícil predecir con exactitud de dónde viene el viento y a dónde va. ¿Quién no ha sido sorprendido por momentos por la aparición repentina de viento, aparentemente de la nada? Sin embargo, podemos aprender a familiarizarnos un poco con los movimientos y patrones del viento.

De un modo similar, el Espíritu Santo obra donde le place. Nadie puede controlarlo. Pero, podemos saber dónde está activo y trabajando. Al igual que el viento, el Espíritu Santo es invisible pero puede ser muy poderoso. Nosotros, por supuesto, podemos sentir la presencia del viento y, a menudo, podemos ver su efecto, aun cuando no podamos ver el viento mismo. Desde una brisa suave hasta un vendaval arrasador, el viento puede ser una fuerza muy potente. Cuando se describe al Espíritu Santo como viento, su actividad es conectada con la idea de traer vida a los muertos. Esto implica un poder del más elevado nivel, que solamente Dios tiene.

El modo en que esto se logra sigue siendo un misterio. Dios y su actividad por medio del Espíritu Santo son más grandes de lo que podríamos llegar a comprender, al igual que muchas otras cosas seculares y sagradas.

Esto no significa que no podemos ver lo que el Espíritu Santo logra, pero debemos reconocer que, al lidiar con los misterios divinos, la virtud apropiada es la humildad. La humildad aprecia la grandeza de Dios, reconoce nuestras limitaciones como criaturas y acepta nuestra necesidad de revelación divina.

Elena de White lo explicó muy bien: “Los misterios de la Biblia, lejos de ser un argumento contra ella, se encuentran entre las más fuertes pruebas de su inspiración divina. Si su descripción de Dios consistiera solo en lo que nosotros pudiéramos comprender, si su grandeza y su majestad pudieran ser abarcadas por mentes finitas, la Biblia no llevaría, como lleva, evidencias inconfundibles de la Divinidad” (Ed 154).

 

¿Cuáles son algunas de las fuerzas invisibles de la naturaleza que pueden impactar nuestra vida? ¿Qué debería enseñarnos esto acerca de la realidad de influencias invisibles pero poderosas en nuestro mundo?

9 de enero

EL ESPÍRITU SANTO EN LA CREACIÓN

 

La primera obra importante de Dios sobre el planeta fue su creación. La Biblia claramente menciona a Dios (Gén. 1:1) y a Jesucristo (Col. 1:16, 17) como el Creador del cielo y de la tierra, y de todo lo que, de hecho, fue creado.

 

Lee Génesis 1:2; Job 26:13, y 33:4; y Salmos 33:6, y 104:29 y 30. ¿Cuál fue el papel del Espíritu Santo en la creación? ¿De qué manera se relaciona el Espíritu de Dios con la creación de la vida?

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Génesis 1:2 menciona la presencia del Espíritu de Dios en la creación. Job 26:13 y 33:4, y Salmos 104:29 y 30, y 33:6 apoyan el rol activo del Espíritu Santo en la creación sobrenatural de la Tierra. Mientras que la Biblia claramente menciona a Dios el Padre y a su Hijo divino, Jesucristo, como activos en la creación del mundo (ver Isa. 64:8; Col. 1:16, 17), el Espíritu Santo también estuvo presente, aunque de un modo más sutil.

No aparece como el actor principal en el relato de la creación. Más bien, se está “moviendo” sobre el abismo y, por medio de su movimiento, está presente en el génesis de la vida sobre esta Tierra. La palabra hebrea para “se movía sobre” (merahepeth) la faz de la Tierra, que se usa en Génesis 1:2, es la misma palabra utilizada en Deuteronomio 32:11, donde Dios es comparado con un águila que “revolotea” sobre su nido de polluelos. El Espíritu Santo está íntimamente involucrado en la creación de la vida sobre esta Tierra y cuida de los recién creados seres vivos como un águila cuida de sus polluelos. Salmos 104:30 sugiere que el acto de la creación fue posible solamente por medio de la obra del Espíritu Santo y que este jugó un papel activo durante ese proceso.

 

El Espíritu Santo no solamente estuvo presente en la creación de este mundo; también está activo en el proceso de nuestra recreación, donde nos da un nuevo corazón y una nueva mente. ¿De qué modo se relacionan estas dos actividades? ¿Qué nos dice el sábado acerca de esta obra de creación y recreación?

10 de enero

EL ESPÍRITU SANTO Y EL SANTUARIO

 

“Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos” (Éxo. 25:8).

 

Después del acto de creación, el plan de salvación de Dios es de importancia primordial en la Biblia. En un mundo caído, ¿de qué serviría la creación sin un plan de redención? Como pecadores, necesitamos no solamente un creador sino también un Redentor. Cuán agradecidos debiéramos estar de que tenemos ese Redentor, Jesucristo. Sin él, no tendríamos esperanza en un mundo que, en sí mismo y por sí mismo, no ofrece ninguna.

En el Antiguo Testamento fueron el Santuario y su servicio los que ilustraron el perdón de Dios hacia el pecador y prefiguraron la obra de Jesús, nuestro Redentor. Fue allí que el plan de Salvación fue revelado a los antiguos israelitas (ver Heb. 4:2). Mientras que gran parte del servicio del Santuario señalaba a Jesús y su muerte por el perdón del pecado, el Espíritu Santo estaba activamente involucrado en la capacitación de personas específicas para que construyeran el Santuario según el modelo que Dios había revelado a Moisés.

 

Lee Éxodo 31:1 al 5. ¿De qué manera el Espíritu Santo estuvo involucrado en la construcción del Santuario? ¿Cómo ayudó el Espíritu Santo a aquellos que construyeron el lugar donde Dios habitaría?

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La Biblia nos dice que el Espíritu Santo también estuvo presente en la construcción del Santuario, el lugar central donde se llevaba a cabo la reconciliación entre Dios y los seres humanos, y donde un Dios santo venía al encuentro del pecador. Fue Dios quien comunicó a Moisés su plan de construir el Santuario terrenal, según el celestial original (Éxo. 25:9, 40).

El Santuario fue el modelo de Dios para ilustrar su plan de salvación. Dios habría de morar en medio de su pueblo de una manera especial, y lo haría en el Santuario que dijo que debían construir. Y fue tarea del Espíritu Santo capacitar a diferentes seres humanos a fin de que llevaran a cabo con destreza artística y con hermosura lo que Dios les había pedido. Sin esa ayuda, Israel no habría podido realizar esta obra de arte.

 

       Si consideramos el poder del Espíritu Santo, ciertamente él no necesitaba la ayuda humana para construir el Santuario. Pero, aun así, capacitó a otras personas para hacerlo con habilidad y hermosura. ¿Donde y de qué manera puedes animar y ayudar a otras personas a usar sus talentos a fin de hacer avanzar el reino de Dios para su gloria?

11 de enero

EL ESPÍRITU SANTO GLORIFICA A JESUCRISTO

 

El Espíritu Santo estuvo activo durante los tiempos del Antiguo Testamento, aunque no parezca que su tarea fue tan extensa como en la era del Nuevo Testamento. Con la primera venida de Jesús, el Mesías prometido, el ministerio del Espíritu Santo se vio intensificado, y ahora él provee sus dones a todos los creyentes. Si bien el Nuevo Testamento nos dice que el Espíritu Santo está activo de muchas maneras diferentes en nuestra vida espiritual y en la vida de la iglesia, quizás su obra más importante es glorificar a Jesucristo.

 

Lee Juan 16:13 y 14, y 15:26. Según dijo Jesús, ¿cuál es la tarea del Espíritu Santo? ¿De qué manera se relaciona esta tarea central con todo lo demás que hace el Espíritu Santo?

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Jesús nos dice que el Espíritu Santo habla no de sí mismo, sino de Jesús. Su tarea consiste en elevar la obra redentora de Cristo. El Espíritu se mantiene a sí mismo tras bambalinas y apunta el reflector de lleno a Jesús. Se ha dicho acertadamente que “el mensaje del Espíritu para nosotros nunca es: ‘Mírame a mí; escúchame a mí; ven a mí; conóceme a mí’, sino siempre: ‘Míralo a él y ve su gloria; escúchalo a él y escucha su palabra; ve a él y tendrás vida; conócelo a él, y prueba su don de gozo y paz’. El Espíritu, podríamos decir, es el celestino, el casamentero celestial, cuyo papel es unirnos con Cristo y asegurarse de que permanezcamos juntos”.—J. I. Packer, Keep in Step With the Spirit: Finding Fullness in Our Walk with God, pp. 57, 58.

Esto es altamente significativo. Cualquier énfasis sobre la obra del Espíritu Santo que resta importancia a la persona y obra de Jesucristo no proviene del Espíritu Santo. Por importante que sea el papel del Espíritu Santo para nuestra vida espiritual, nunca debiera ocupar, en nuestro pensamiento y para nuestra salvación, el lugar que pertenece solamente a Jesucristo. Donde quiera que Jesús sea exaltado, el Espíritu Santo está obrando. Por eso somos llamados cristianos, es decir, seguidores de Cristo (ver Hech. 11:26), en vez de “pneumianos”, es decir, seguidores del Espíritu (ver Graham A. Cole, He Who Gives Life: The Doctrine of the Holy Spirit, p. 284).

 

¿Por qué es tan importante para nosotros ensalzar al Cristo resucitado en todo lo que hacemos? Después de todo, piensa en lo que Jesús ha hecho por nosotros. Le debemos todo a él. ¿De qué manera podemos mostrarle nuestra gratitud? (Ver, por ejemplo, 2 Tes. 1:11, 12).

12 de enero

EL ESPÍRITU SANTO Y CRISTO

 

El Espíritu Santo efectuó la encarnación de Jesús (Luc. 1:34, 35). También ungió a Jesús para su misión (Luc. 3:21, 22). El ungimiento dotó a Jesús de poder para cumplir su misión mesiánica y lo calificó para otorgar el Espíritu Santo a sus discípulos. El Espíritu también guió y sustentó a Jesús en sus tentaciones (Mar. 1:12; Mat. 4:1; Luc. 4:1, 2, 14), por lo que Jesús “es poderoso para socorrer a los que son tentados” (Heb. 2:18; comparar con 4:15, 16). El Espíritu Santo le dio poder a Jesús para esta obra redentora (Heb. 9:14) e hizo posible su resurrección (1 Ped. 3:18). En todo esto, el Espíritu permaneció tras bambalinas y ayudó a llevar a Jesucristo a la prominencia.

 

Lee Lucas 24:44 al 49; Gálatas 5:16 al 23; y Efesios 4:23 y 24. ¿Qué aprendemos acerca de la obra del Espíritu Santo en estos pasajes? ¿De qué manera el Espíritu glorifica a Jesús?

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El Espíritu Santo glorifica a Jesús, por lo menos, de las siguientes maneras:

  1. Al enseñar acerca de él en las santas Escrituras de una manera fidedigna y confiable. Nada de lo que sea necesario que sepamos acerca de Cristo y su salvación está faltando o es engañoso. Está todo allí en la Palabra de Dios, si tan solo la leemos con fe y sumisión.
  2. Al atraer a hombres y a mujeres a una relación salvífica con Jesucristo. El Espíritu Santo obra suavemente en los corazones y las mentes de las personas. Les da entendimiento para que puedan comprender las cosas espirituales, y para que estén dispuestos a poner su confianza en Jesucristo y aceptarlo como su Líder y Redentor.
  3. Al reproducir el carácter de Cristo en nosotros. Así, genera virtudes semejantes a las de Cristo en nuestra vida (Gál. 5:22, 23). Por medio de la sangre de Jesús recibimos la victoria sobre el pecado (ver Apoc. 12:11) y el Espíritu Santo nos capacita para caminar en fidelidad a los Mandamientos de Dios.
  4. Al capacitarnos para vivir una vida semejante a Cristo, altruista y de servicio amante hacia los demás. Él llama a hombres y a mujeres a ramas específicas de la obra de Dios, y los capacita para alcanzar a otros con el espíritu agradable de Cristo.

 

       ¿De qué manera la obra de reproducir el carácter de Cristo en nuestra vida glorifica al Padre?

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

No cabe duda, la obra del Espíritu Santo es crucial para nuestro caminar con el Señor. Puede ser que no lo veamos trabajar, pero podemos ver los efectos de su obra en nuestra vida y en la de otros. Si tu vida ha sido cambiada por la fe en Jesús, ha sido cambiada por medio de la obra del Espíritu Santo. “Aunque el viento mismo es invisible, produce efectos que se ven y sienten. Así también la obra del Espíritu en el alma se revelará en toda acción de quien haya sentido su poder salvador. Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón, transforma la vida. Los pensamientos pecaminosos son puestos a un lado, las malas acciones son abandonadas; el amor, la humildad y la paz reemplazan la ira, la envidia y las contenciones. La alegría reemplaza la tristeza y el rostro refleja la luz del cielo” (DTG 144). Estas son promesas maravillosas, y un número incontable de vidas ha demostrado cuán reales son.

         Sin embargo, la obra del Espíritu Santo no es instantánea. No nos convertimos automáticamente en la clase de persona que deberíamos ser. Una vida de fe y sumisión al Señor es una vida de lucha, de entrega, y de arrepentimiento cuando fallamos. El Espíritu Santo es el Agente divino que trabaja en nuestra vida para hacernos nuevas criaturas en Cristo. Esto, sin embargo, es una tarea de toda la vida. Aunque nuestras faltas y debilidades tendrían que motivarnos a una entrega mayor a nuestro Señor, no debemos permitir que el diablo las use para desanimarnos en nuestra vida cristiana (algo que siempre está ansioso de hacer). Cuando somos burlados por nuestros pecados, debemos siempre recordar la muerte de Jesús por los pecadores. Es precisamente debido a que somos lo que somos, pecadores con necesidad de gracia, que Jesús murió por nosotros y nos da esa gracia.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. ¿Qué te puede enseñar el ejemplo del Espíritu Santo acerca de ministrar tras bambalinas? Es decir, hacer la obra del Señor de una manera tal que muchas personas no lo sepan ni lo vean, o ni siquiera lo aprecien.
  2. ¿De qué modo el Espíritu Santo eleva a Jesús y lo pone en foco? ¿De qué forma puedes exaltar a Jesús sin ponerte a ti mismo en el centro de atención? ¿Por qué a veces eso puede resultar tan difícil de hacer? ¿Cómo podemos luchar contra la tendencia natural a la autoexaltación?
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