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Lección 10 - ¡Llorad y aullad!

» Resumen de la lección en video Descargue aquí Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mat. 6:21). LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:Santiago 5:1-6; Salmo 73:3-19; 1 Samuel 25:2-11; Levítico 19:13; Lucas 16:19-31; Mateo 5:39. LA POPULARIDAD DE PROGRAMAS […]


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» Resumen de la lección en video

Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mat. 6:21).

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:Santiago 5:1-6; Salmo 73:3-19; 1 Samuel 25:2-11; Levítico 19:13; Lucas 16:19-31; Mateo 5:39.

LA POPULARIDAD DE PROGRAMAS DE TELEVISIÓN como “¿Quién quiere ser un millonario?”, o similares, sugiere que muchos gozan con la fantasía de pasar de pobres a ricos, y tal vez esperan que eso les suceda.
Pero la riqueza no es todo lo que mucha gente cree. Hay estudios que sugieren que los ingresos crecientes siguen la ley de resultados decrecientes: más allá de vivir con comodidad, más posesiones no compran más felicidad. Relaciones apropiadas, satisfacción con el trabajo y una vida con propósito contribuyen más a la felicidad que la riqueza. Las cosas mejores son gratuitas, tales como palabras amables, una sonrisa, un oído que escucha, actos bondadosos, aceptación, respeto, un toque de simpatía y una amistad genuina.

Aún más preciosos son los dones de Dios: fe, esperanza, sabiduría, amor, contentamiento, y muchas otras bendiciones que vienen con la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida. La ironía es que, aunque estamos de acuerdo con estos sentimientos, la vida diaria sugiere que a menudo el egoísmo manda. Como veremos, la avaricia es un gran error, lleno de consecuencias terribles.

Domingo - ¡Se hará justicia!

El capítulo 5 de Santiago comienza con un fuerte impacto: “¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán” (Sant. 5:1). Sin duda, eso habría logrado la atención del lector.
Santiago 1:10 y 11 recuerda a los ricos la transitoriedad de la riqueza. En el capítulo 5, insta a los que obstinadamente se aferran a ella a “llorar y aullar”. Es como si el juicio inminente se está derramando ya, ahora. La vívida descripción continúa recordando la retribución divina sobre los excesos que caracterizan el período anterior al retorno de Cristo (ver Luc. 17:27-29; 2 Tim. 3:1, 2; Apoc. 18:3, 7). Una actitud similar satura la iglesia de Dios de los últimos días (Apoc. 3:17).
Nota que la palabra griega traducida como “miseria”, en Santiago 5:1, viene de la misma raíz que describe a Laodicea como “miserable”, en Apocalipsis 3:17.

Hay mucha injusticia en el mundo, especialmente económica. A veces es difícil de entender por qué algunos se enriquecen explotando a los pobres y, lo que es peor, ¡se salen con la suya! Lee Salmo 73:3 al 19.
¿Qué esperanza hay en estos versículos con respecto a este problema?

En los libros de los profetas del Antiguo Testamento, encontramos una preocupación por la justicia y la promesa de que Dios resolverá la situación. Pero este sentimiento de esperanza no parece hacer más fácil este período de incertidumbre, esperando la intervención divina. Por ejemplo, escribiendo en una época de apostasía general en el pueblo de Dios, cuando Babilonia, llena de orgullo, celebraba su poder y prosperidad, el profeta Habacuc planteó a Dios preguntas muy pertinentes (ver Hab. 1:2-4, 13, 14). La breve respuesta de Dios era que confiase en él y esperase un poco más (Hab. 2:2-4). Y el profeta hizo justo eso (ver Hab. 3:17, 18).

¿Qué injusticias te queman por dentro con enojo e indignación? Por supuesto, aunque debemos hacer lo que podamos para aliviar la injusticia, ¿cómo podemos aprender a descansar en la promesa de que, cuando todo termine, Dios hará justicia?

Lunes - Cuando la riqueza no tiene valor

Lee Santiago 5:2 y 3. ¿Qué advertencia hace aquí Santiago? Aunque sus palabras son un tanto duras, ¿de qué clase de riqueza está hablando? ¿Cuál es el mensaje básico?

Riqueza en descomposición, ropa comida por polillas, y aun el oro y la plata herrumbrados: son imágenes para que consideremos serenamente mientras nuestro planeta sigue girando cada vez más rápido hacia su destrucción.
La situación económica mundial parece ir de una crisis a otra; aun los “buenos” tiempos, cuando los hay, rara vez duran mucho, y siempre son seguidos por otro momento bajo. Cualquier apariencia de estabilidad y tranquilidad económicas que el mercado global pudiera ofrecer es pasajera y mayormente imaginaria. El descontento y la inestabilidad crecen mientras la brecha entre ricos y pobres se agranda. Esa era la situación cuando Santiago escribió que los pobres se desesperaban más y más, y los ricos se volvían más insensibles a la suerte de los indigentes.

Considera los siguientes personajes, y describe el efecto que la riqueza (o su ausencia) tuvo sobre ellos:
1. Nabal (1 Sam. 25:2-11)
2. Ezequías (2 Rey. 20:12-19)
3. Pedro (Hech. 3:1-10)

Más temprano o más tarde, la riqueza mundanal pierde su brillo para todos nosotros. Aprendemos sus limitaciones y tal vez aun su lado oscuro. El dinero tiene su lugar; el problema es cuando la gente lo pone en el lugar equivocado.
Santiago dice que el dinero “testificará contra” los que lo usan mal (Sant. 5:3). Aunque hace esta advertencia en el contexto del tiempo del fin, el punto debería ser claro: cómo usamos nuestro dinero tiene importancia. La imagen de un fuego que consume la carne tiene el propósito de despertarnos a la seriedad de las elecciones que hacemos con nuestro dinero. ¿Estamos amontonando tesoros que finalmente serán consumidos por el fuego o los ahorramos para la eternidad? (Ver Luc. 12:33, 34.)

Piensa con cuidado en tu actitud hacia el dinero y cómo afecta tus relaciones. ¿Qué dice esto acerca de cómo lo estás usando?

Martes - El clamor de los pobres

En Santiago, notamos que se mencionan varias categorías de personas ricas, incluyendo a mercaderes que desaparecerán en medio de su actividad (Sant. 1:11), comerciantes que hacen juicios para proteger sus inversiones (Sant. 2:6) y terratenientes que han retenido los salarios de sus obreros (Sant. 5:4).
Estos versículos describen a los ricos en forma negativa, basados en su conducta pasada, su actitud presente y su castigo futuro. Estas personas han “acumulado tesoros” (Sant. 5:3) a expensas de los pobres.

“He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado” (Sant. 5:4). Comparar con Levítico 19:13; Deuteronomio 24:14 y 15; y Jeremías 22:13. ¿Qué principio importante se ve aquí, no solo en los contextos inmediatos, sino en general, con respecto al trato con otros?

En el Israel de los tiempos bíblicos, tan pronto como se pagaban los jornales, muchos de los obreros, si no todos, usaban su dinero para comprar alimentos para sus familias. Retener salarios a menudo significaba que la familia pasaría sin comer. El que ocupa a Santiago aquí era un asunto serio.

Entonces, no es extraño que Santiago hable tan duramente contra los que retienen los salarios de aquellos que trabajaron para ellos. Ya es malo defraudar a alguien en algo, pero que alguien que es rico acumule riquezas robando a los pobres es pecado, no solo contra los pobres sino también contra el cielo mismo. Y, como dice Santiago, ¡a su debido tiempo será atendido el clamor de los pobres!

“Las riquezas acarrean grandes responsabilidades. Obtener riquezas por medios injustos, estafando en las transacciones comerciales, oprimiendo a la viuda y al huérfano o acaparando riquezas y distendiendo las necesidades de los indigentes, finalmente traerá la justa retribución descrita por el inspirado apóstol: ‘¡Velad ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán” (TI 2:601).

¿Cómo es tu trato con los demás con respecto al dinero? ¿Qué dicen esos tratos acerca de tu cristianismo, y acerca de cuánto reflejas el carácter de Cristo?

Miércoles - Gordos y felices (Por ahora)

Lee Santiago 5:5. Compáralo con Ezequiel 16:49 y Amós 4:1. ¿Con qué vinculan estos pasajes la indulgencia lujosa?

En el mundo antiguo prevalecía la idea de que existía una cantidad fija de riqueza, lo que significaba que si la riqueza de alguno aumentaba, la de otros se reduciría. Es decir, los ricos podían ser más ricos solo haciendo que los pobres fueran más pobres. “Crear” riqueza sin afectar adversamente la de otros, parece, es una idea relativamente moderna. Algunos alegan que cuando los ricos se vuelven más ricos pueden ayudar a que los pobres sean también más ricos.

Además, considerando la competencia entre las naciones desarrolladas y las que están en desarrollo por lograr los recursos cada vez más escasos, limitar la creación de riqueza puede parecer más urgente. Por ello, la desigualdad de la riqueza todavía es un problema pendiente hoy.

Una de las historias más famosas de Jesús que trata el tema de la desigualdad es la parábola del hombre rico y Lázaro (ver Luc. 16:19-31). En tiempos de Jesús, la gente tenía suerte si tenía dos vestidos en lugar de uno solo, y eran felices si tenían fiesta una vez al año. En contraste, el hombre rico “se vestía de púrpura y de lino fino” (la ropa más costosa) y “hacía cada día banquete con esplendidez” (vers. 19). El pobre Lázaro, a pesar de estar a la puerta de la casa del rico, tenía que mendigar para recibir unas migajas.

En contra de la opinión popular, el verdadero centro de la parábola es esta vida, no la vida venidera. De hecho, el texto griego original no menciona “cielo” ni “infierno”. Tanto el hombre rico como Lázaro se describen en el mismo lugar (vers. 23), el sepulcro (hádes). El abismo que los separa simboliza el hecho de que, después de que una persona muere, su destino eterno está fijado. Por eso, cómo tratamos a las personas en esta vida (como se describe en “Moisés y lo profetas”, vers. 29, 31) es sumamente importante. En la vida futura no podemos hacer lo que dejamos de hacer en esta vida: “El que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Juan 4:20).

¿Qué cosas penosas hiciste que, aunque puedas “resarcir” ahora, no podrás compensarlas más tarde?

Jueves - Culpa a la víctima

Cuando alguien hace algo malo, la tendencia natural es tratar de huir de la responsabilidad. La gente hace esto transfiriendo la responsabilidad a otra persona o a quien ha dañado. Los homicidas se excusan alegando defensa propia o a cómo fueron criados. Los abusadores sexuales culpan a la víctima por hablerlos tentado. Los cónyuges que se divorcian culpan al otro por el fracaso matrimonial.
Los culpables de matar a los mártires de la fe cristiana los culparon de herejía. De hecho, Jesús advirtió a sus discípulos que “viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios” (Juan 16:2). En realidad, creemos que también Santiago murió por su fe.
A la luz de esto, las palabras de Santiago 5:6 tienen aún mayor peso:

“Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia”. ¿Cuántas veces has condenado a otros, y luego te diste cuenta de que realmente tú estabas equivocado? Piensa acerca de la última frase de este versículo. ¿Significa esto que debemos permitir que la gente pase por encima de nosotros? Por otro lado, ¿cuántas peleas tuviste que
nunca habrían ocurrido si no hubieras opuesto resistencia? ¿Qué quiso decir Jesús con “vuélvele la otra mejilla”? (Mat. 5:39). ¿Cómo hemos de hacer esto, en un nivel práctico?

Vemos que Santiago dice bastante acerca de los ricos y los pobres. Debemos recordar que Santiago no condena al rico solo por ser rico. Sus actitudes y sus acciones son lo que importa a Dios. En forma similar, el solo hecho de ser pobre en lo económico no hace que una persona sea más agradable a Dios. Son el “pobre en espíritu” y el “rico en fe” quienes serán “herederos del reino” (Mat. 5:3; Sant. 2:5). Estas cualidades interiores pueden no tener relación con nuestras circunstancias económicas particulares. Los que dicen “soy rico, y me he enriquecido” (Apoc. 3:17) pueden tener más necesidades espirituales de lo que pensamos. Dios advirtió a Israel que tuviera cuidado, no fuera que después de haber entrado en la tierra y haber prosperado se olvidara de que las cosas buenas que gozaba provenían de él, incluyendo el “poder para hacer las riquezas” (Deut. 8:11-18).

Viernes - Conclusión

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “El dinero tiene gran valor porque puede hacer mucho bien. En manos de los hijos de Dios es alimento para el hambriento, bebida para el sediento y vestido para el desnudo. Es una defensa para el oprimido y un medio de ayudar al enfermo. Pero el dinero no es de más valor que la arena a menos que sea usado para satisfacer las necesidades de la vida, para beneficiar a otros y hacer progresar la causa de Cristo.
“La riqueza atesorada no es meramente inútil: es una maldición. En esta vida, es una trampa para el alma, pues aparta los afectos del tesoro celestial .[...]
“El que se da cuenta de que su dinero es un talento que proviene de Dios lo usará económicamente, y sentirá que es su deber ahorrar, para poder dar” (PVGM 286, 287).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

1. Considera las siguientes declaraciones: “El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta” (Prov. 22:7). “Muchas familias son pobres porque gastan su dinero tan pronto como lo reciben [...].
Cuando uno se queda endeudado, está en una de las redes que Satanás tiende a las almas” (HAd 357). El ayudar a los pobres a salir de las deudas o a evitar contraerlas ¿es parte de “dar buenas nuevas a los pobres”? (Luc. 4:18). ¿Por qué sí o por qué no?

2. ¿Cómo sabemos realmente si el dinero nos sirve a nosotros o nosotros servimos al dinero? Ver Luc. 16:10-13.

3. La disparidad económica está en todas partes. Algunas personas tienen dos, tres o incluso cuatro o más casas lujosas, mientras que otros están contentos con juntar unas maderas y hacerse una choza. Y ¿qué se dirá de los que han llegado a ser obesos por comer demasiado mientras que hay niños en todo el mundo que van a la cama cada noche con hambre? Algunos alegan que sacándoles a los ricos podemos dar más a los pobres. Otros dicen que cuando los ricos se vuelven más ricos pueden ayudar a elevar a los pobres para salir de su pobreza. Como cristianos, ¿cómo podemos aliviar el problema de la pobreza extrema? ¿Qué cosas deberíamos hacer para ayudar, y qué cosas no deberíamos hacer?

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