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LA VIDA CRISTIANA | Lección 13: Para el 30 de diciembre de 2017

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 14-16. PARA MEMORIZAR: “Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo” (Rom. 14:10). AHORA ESTAMOS EN LA ÚLTIMA PARTE de nuestro estudio de Romanos, el libro del que nació la Reforma Protestante, [...]


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LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 14-16.

PARA MEMORIZAR: “Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo” (Rom. 14:10).

AHORA ESTAMOS EN LA ÚLTIMA PARTE de nuestro estudio de Romanos, el libro del que nació la Reforma Protestante, el libro que más que cualquier otro debe mostrarnos por qué somos protestantes y por qué debemos seguir siéndolo. Como protestantes, y especialmente como adventistas del séptimo día, nos basamos en el principio de Sola Scriptura, la Biblia como la única regla de fe. Y es con la Biblia que aprendimos la misma verdad que hizo que nuestro precursor espiritual, hace siglos, se separase de Roma: la gran verdad de la salvación por la fe, una verdad que se expresa con mucho poder en la epístola de Pablo a los Romanos.
Quizá todo esto pueda resumirse en la pregunta del carcelero pagano: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” (Hech. 16:30). En Romanos, encontramos la respuesta a esa pregunta, y la respuesta no era la que daba la iglesia en la época de Lutero. Por ende se inició la Reforma, y aquí nos encontramos hoy.
En esta última sección, Pablo se re ere a otros temas, quizá no tan importantes para su tema principal, pero lo su ciente como para incluirlos en la carta. Por lo tanto, para nosotros, también son las Sagradas Escrituras.
¿Cómo terminó Pablo esta carta, qué escribió y qué verdades hay para nosotros, los herederos no solo de Pablo, sino también de nuestros precursores protestantes?

DÉBIL EN LA FE

En Romanos 14:1 al 3, el asunto se re ere al consumo de carnes que podrían haber sido sacri cadas a los ídolos. El concilio de Jerusalén (Hech. 15) dicta- minó que los conversos gentiles debían abstenerse de comer esos alimentos. Pero siempre estaba el interrogante de si las carnes que se vendían en los mercados públicos provenían de animales sacri cados a los ídolos (ver 1 Cor. 10:25). A al- gunos cristianos eso no les importaba para nada; para otros, en cambio, si existía la menor duda, optaban por comer verduras. El tema no tiene nada que ver con la cuestión del vegetarianismo y la vida saludable. Pablo tampoco insinúa en este pasaje que la distinción entre carnes limpias e inmundas se haya abolido. Este no es el tema en cuestión. Si la frase: “uno cree que se ha de comer de todo” (Rom. 14:2) se interpretara como que ahora se puede comer cualquier animal, limpio o inmundo, estaría mal aplicada. Una comparación con otros pasajes del Nuevo Testamento se pronunciaría en contra de ese uso.
Mientras tanto, “recibir” al débil en la fe implicaba otorgarle su plena condi- ción de miembro y de estatus social. No había que discutir con la persona, sino otorgarle el derecho de opinión.

¿Qué principio deberíamos aprender, entonces, de Romanos 14:1 al 3?

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También es importante reconocer que, en Romanos 14:3, Pablo no habla nega- tivamente del “débil en la fe” (Rom. 14:1). Tampoco le da consejos a esta persona sobre cómo llegar a ser fuerte. En lo que a Dios concierne, el cristiano por demás escrupuloso (aparentemente sus hermanos cristianos lo cali can como excesiva- mente escrupuloso, no Dios) es aceptado. “Dios le ha recibido”.

¿De qué manera Romanos 14:4 amplía lo que acabamos de ver?
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Aunque debemos tener en cuenta los principios vistos en la lección de hoy, ¿no hay momentos y lugares a veces en los que necesitamos intervenir y juzgar, si no el corazón de una persona, al menos sus acciones? ¿Debemos dar un paso atrás y no decir ni hacer nada en ninguna situación? Isaías 56:10 describe a los guardianes como “perros mudos, no pueden ladrar”. ¿Cómo saber cuándo hablar y cuándo guardar silencio? ¿Cómo logramos el equilibrio justo?

ANTE EL TRIBUNAL

Lee Romanos 14:10. ¿Qué razón nos da Pablo para que seamos cuidadosos en la manera de juzgar a los demás?

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A veces tendemos a juzgar con dureza a los demás, y a menudo por lo mismo que hacemos nosotros. Sin embargo, con frecuencia lo que hacemos no parece tan malo para nosotros como cuando otros hacen lo mismo. Nuestra hipocresía podrá engañarnos, pero no a Dios, quien nos advirtió: “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?” (Mat. 7:1-4).

¿Cuál es la trascendencia de la declaración del Antiguo Testamento que Pablo presenta aquí? Rom. 14:11.
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La cita de Isaías 45:23 apoya la idea de que todos deben comparecer ante el juicio. “Toda rodilla” y “toda lengua” individualizan la convocatoria. La implicación es que cada uno tendrá que responder por su propia vida y sus acciones (Rom. 14:12). En este sentido importante, no somos guarda de nuestro hermano.

Teniendo en cuenta el contexto, ¿cómo entiendes lo que Pablo dice en Romanos 14:14?
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El tema sigue siendo los alimentos sacri cados a los ídolos. Evidentemente, el problema no es la distinción entre los alimentos considerados limpios e inmundos. Pablo está diciendo que no hay nada de malo en consumir alimentos que podrían haberse ofrecido a los ídolos. De todos modos, ¿qué es un ídolo? No es nada (ver 1 Cor. 8:4), así que ¿a quién le importa si algún pagano le ofreció la comida a una estatua de rana o de toro?
No se debería obligar a una persona a violar su conciencia, incluso cuando su conciencia sea demasiado susceptible. Los hermanos “fuertes” aparentemente no entendían este hecho. Despreciaban la escrupulosidad de los hermanos “débiles” y les ponían obstáculos en el camino.

En tu celo por el Señor, ¿podrías correr peligro de caer en lo que Pablo advierte aquí? ¿Por qué debemos ser cuidadosos y no pretender ser la conciencia de los demás, por más buenas que sean nuestras intenciones?

NINGUNA OCASIÓN DE TROPIEZO

Lee Romanos 14:15 al 23 (ver además 1 Cor. 8:12, 13). Resume en las siguientes líneas la esencia de lo que Pablo está diciendo. ¿Qué principio encontramos de este pasaje que podemos aplicar en todos los aspectos de nuestra vida?
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En Romanos 14:17 al 20, Pablo coloca varios aspectos del cristianismo en una perspectiva adecuada. Aunque la dieta es importante, los cristianos no deberían discutir porque algunos deciden comer verduras en vez de carne que quizás fue sacri cada a los ídolos. En cambio, deben hacer hincapié en la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo. ¿Cómo podemos aplicar esta idea a cuestiones relacio- nadas con la dieta en nuestra iglesia hoy? Por más que el mensaje pro salud (y en especial las enseñanzas sobre la dieta) pueda ser una bendición para nosotros, no todos ven este tema de la misma manera, y tenemos que respetar esas diferencias.

En Romanos 14:22, en medio de toda esta conversación sobre dejar el tema a conciencia de cada uno, Pablo añade una advertencia muy intere- sante: “Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba”. ¿Cuál es la advertencia de Pablo? ¿Cómo equilibra esto el resto de lo que dice en este contexto?
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¿Has escuchado a alguien decir, “A nadie le incumbe lo que como, lo que me pongo o qué tipo de entretenimiento consumo”? ¿Es eso así? Nadie vive en un vacío. Nuestras acciones, palabras, hechos, e incluso nuestra dieta, pueden afectar a los demás, para bien o para mal. Esto no es difícil de entender. Si alguien te mira y ve que estás haciendo algo “incorrecto”, podría verse in uenciado por tu ejemplo para hacer lo mismo. Nos engañamos si pensamos lo contrario. Aducir que no forzaste a la persona no viene a cuento. Como cristianos, tenemos responsabilidades para con los demás y, si nuestro ejemplo puede descarriar a alguien, somos culpables.

¿Qué clase de ejemplo ofreces? ¿Te sentirías cómodo si los demás, particular- mente los jóvenes o los nuevos creyentes, siguiesen tu ejemplo en todo sentido? ¿Qué dice tu respuesta sobre ti?

LA OBSERVANCIA DE LOS DÍAS

En este debate sobre no juzgar a quienes quizá vean algunas cosas de manera diferente de la nuestra, y no ser una piedra de tropiezo para otros que podrían ofenderse con nuestros actos, Pablo plantea el tema de los días especiales que algunos quieren observar y otros no.

Lee Romanos 14:4 al 10. ¿De qué modo deberíamos entender lo que dice Pablo? Estos textos ¿dicen algo sobre el cuarto Mandamiento? Si no, ¿por qué?

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¿De qué días está hablando Pablo? ¿Había un con icto en la iglesia primitiva en cuanto a la observancia o no de algunos días especí cos? Aparentemente, sí. En Gálatas 4:9 y 10, Pablo reprende a los cristianos de Galacia por observar “los días, los meses, los tiempos y los años”. Como se señaló en la lección 2, algunos de la iglesia habían persuadido a los cristianos de Galacia a circuncidarse y a guardar otros preceptos de la ley de Moisés. Pablo temía que estas ideas pudieran dañar también a la iglesia romana. Pero quizás en Roma, particularmente, eran los cristianos judíos los que tenían di cultades para convencerse de que ya no necesitaban observar las festividades judías. Pablo está diciendo: Hagan lo que quieran en este sentido; lo importante es que no juzguen a quienes ven el asunto de manera diferente de la de ustedes. Al parecer, algunos cristianos, para mayor seguridad, decidieron observar una o más de las estas judías. El consejo de Pablo es: dejen que lo hagan, si ellos están convencidos de que deben hacerlo.
Es injusti cado insertar el sábado semanal en Romanos 14:5, como algunos sugieren. ¿Te puedes imaginar a Pablo asumiendo una actitud tan relajada hacia el cuarto Mandamiento? Pablo no iba a colocar el mandamiento del sábado en la misma categoría que lo hacía la gente que estaba tensionada por la cuestión del consumo de alimentos que podrían haber sido ofrecidos a los ídolos. Aunque estos versículos comúnmente se usan como ejemplo para demostrar que el día de reposo sabático ya no es obligatorio, estos no dicen tal cosa. Usarlo de esa manera es un buen ejemplo de lo que Pedro advirtió que hacía la gente con los escritos de Pablo: “Como [...] os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” (2 Ped. 3:15, 16).

¿Cuál ha sido tu experiencia con el sábado? ¿Ha sido la bendición que estaba destinado a ser? ¿Qué cambios puedes hacer para experimentar más plenamen- te lo que el Señor te ofrece en el día de reposo?

PALABRAS FINALES

Lee Romanos 15:1 al 3. ¿Qué importante verdad cristiana se encuentra en estos textos? ¿De qué manera este pasaje capta gran parte de lo que signi ca ser seguidor de Jesús?
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¿Qué otros versículos enseñan la misma idea? Más aún, ¿de qué modo puedes vivir este principio personalmente?
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Al llegar al fin de su carta, ¿qué variadas bendiciones pronunció Pablo? Rom. 15:5, 6, 13, 33.

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El Dios de la paciencia quiere decir el Dios que ayuda a sus hijos a soportar resueltamente. El término traducido como “paciencia” es hupomone, y signi ca “fortaleza” o “tenacidad inalterable”. La palabra para “consolación” puede tradu- cirse como “motivación”. El Dios de la motivación es el Dios que anima. El Dios de la esperanza es el Dios que le ha dado esperanza a la humanidad. Asimismo, el Dios de paz es el Dios que da la paz y en quien podemos tener paz.

Después de muchos saludos personales, ¿cómo termina Pablo su carta? Rom. 16:25-27.

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Pablo termina su carta en gloriosa alabanza a Dios. Dios es Aquel en quien los cristianos romanos, y todos los cristianos, podemos con ar, sin peligro, para con rmar nuestra condición de hijos e hijas redimidos de Dios, justi cados por la fe y, ahora, guiados por el Espíritu de Dios.
Sabemos que el Señor inspiró a Pablo para que escribiera esta carta en res- puesta a una situación especí ca en un momento determinado. Lo que no sabemos son todos los detalles que el Señor le había revelado a Pablo sobre el futuro.
Sí, Pablo sabía bien lo que era la apostasía (2 Tes. 2:3), aunque el texto no dice cuánto sabía sobre ello. En síntesis, no sabemos si Pablo tenía alguna idea del papel que él y sus escritos, especialmente esta carta, tendrían en los acon- tecimientos nales. En cierto sentido, no es tan relevante. Lo que sí importa es que el Protestantismo nació de estos versículos y que, en ellos, los que procuran permanecer eles a Jesús han tenido, y tendrán, el fundamento bíblico sobre el cual basar su fe y compromiso, incluso cuando el mundo se maraville “en pos de la bestia” (Apoc. 13:3).

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “La unidad y el amor en la iglesia” y “Amor para los que yerran”, Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 451, 452, 569-571; y “Ayuda para los tentados”, El ministerio de curación, p. 123.
“Se me mostró el peligro que encara el pueblo de Dios cuando mira a los Hnos. White, y cree que deben acudir adonde ellos están para llevarles sus cargas y pedirles consejo. Esto no debe ser así. El compasivo y amante Salvador los in- vita a acudir a él cuando están trabajados y cansados, y los hará descansar [...]. Muchos nos preguntan: ‘¿Puedo hacer esto?’ ‘¿Debo hacer o no este negocio?’ O, con respecto a la ropa: ‘¿Puedo usar este vestido o el otro?’ Les respondo: ‘Ustedes pretenden ser discípulos de Cristo. Estudien la Biblia. Lean cuidadosamente y con oración la vida de nuestro querido Salvador cuando moró entre los hombres sobre la Tierra. Imiten su vida, y así no se apartarán de la senda estrecha. Rehusamos enfáticamente ser conciencia para ustedes. Si les dijéramos exactamente lo que tienen que hacer, nos mirarían para que los condujéramos, en lugar de acudir directamente a Jesús por sí mismos” (TI 2:108).
“No hemos de colocar la responsabilidad de nuestro deber en otros, y esperar que ellos nos digan lo que debemos hacer. No podemos depender de la humanidad para obtener consejos. El Señor nos enseñará nuestro deber tan voluntariamente como enseñaría a cualquier otra persona [...]. Los que decidan no hacer en ningún ramo algo que desagrade a Dios sabrán, luego de presentarle su caso, exactamente qué conducta seguir” (DTG 622).
“Siempre ha habido en la iglesia quienes se inclinan constantemente a la inde- pendencia individual. Parecen incapaces de comprender que la independencia de espíritu puede inducir al agente humano a tener demasiada con anza en sí mismo, y a con ar en su propio juicio más bien que respetar el consejo y estimar debidamente el juicio de sus hermanos” (HAp 132, 133).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
Teniendo en cuenta algunos de los temas de esta semana, re exiona sobre la manera en que, como cristianos, podemos encontrar el equilibrio adecuado en:
a) Ser eles a lo que creemos, pero sin juzgar a otros que ven las cosas de manera diferente de nosotros.
b) Ser eles a nuestra conciencia y no pretender ser la conciencia de los demás mientras, al mismo tiempo, buscamos ayudar a quienes creemos que están en el error. ¿Cuándo hablar y cuándo guardar silencio? ¿Cuándo somos culpables si guardamos silencio?
c) Ser libres en el Señor y, al mismo tiempo, darnos cuenta de nuestra respon- sabilidad de ser un buen ejemplo para quienes podrían estar observándonos.

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