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LA FE DEL ANTIGUO TESTAMENTO | Lección 5: Para el 29 de julio de 2017

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Gálatas 3:1–14; Romanos 1:2; 4:3; Génesis 15:6; 12:1–3; Levítico 17:11; 2 Corintios 5:21. PARA MEMORIZAR: “Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros, pues está escrito: ‘Maldito todo el que es colgado de un madero’ ” (Gál. 3:13). “Un niñito había fabricado un pequeño [...]


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LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Gálatas 3:1–14; Romanos 1:2; 4:3; Génesis 15:6; 12:1–3; Levítico 17:11; 2 Corintios 5:21.

PARA MEMORIZAR: “Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros, pues está escrito: ‘Maldito todo el que es colgado de un madero’ ” (Gál. 3:13).

“Un niñito había fabricado un pequeño bote, todo pintado y con terminaciones de lujo. Un día, alguien le robó el bote, y quedó angustiado. Cierto día, al pasar por una casa de empeños, vio su bote. Con alegría corrió hasta el dependiente y le dijo: ‘Ese es mi botecito’. ‘No’, respondió el dependiente, ‘es mío, porque yo lo compré’. ‘Sí’, dijo el niño, ‘pero es mío, porque yo lo hice’. ‘Bueno’, dijo el dependiente, ‘si me pagas dos dólares, puedes llevártelo’. Eso era mucho dinero para un niño que no tenía un solo centavo. Así y todo, se propuso conseguirlo. Cortó el césped, hizo toda clase de mandados, y pronto juntó el dinero.

“Corrió hasta la casa de empeños y dijo: ‘Quiero mi bote’. Pagó el dinero, y recibió su bote. Tomó el bote en sus brazos, lo abrazó y lo besó, y dijo: ‘Querido botecito mío, te amo. Eres mío. Eres doblemente mío. Yo te hice, y ahora te compré’.

“Así ocurre con nosotros. Somos, en cierto sentido, doblemente del Señor. Él nos creó, y caímos en la casa de empeños de Satanás. Entonces, Jesús vino y nos compró a un costo inmenso, no de oro ni plata, sino con su propia sangre. Pertenecemos al Señor por creación y por redención”.‒William Moses Tidwell, Pointed Illustrations, p. 97.

LOS GÁLATAS INCENSATOS

 

Lee Gálatas 3:1 al 5. Resume a continuación lo que les está diciendo Pablo. ¿En qué sentido podríamos estar en peligro de caer en la misma trampa espiritual, la de empezar bien y luego caer en legalismo?

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Varias traducciones modernas han intentado captar el sentido de las palabras de Pablo en el versículo 1 acerca de los gálatas “insensatos”. En realidad, la palabra que usa Pablo en griego es aún más fuerte que eso. La palabra es anoetoi, y proviene de la palabra para mente (nous). Literalmente, significa “sin mente” o “descerebrado”. Los gálatas no pensaban. Pablo no se detiene allí; dice que, debido a que están actuando insensatamente, se pregunta si algún mago les habrá hecho un conjuro. “¿Quién los ha hechizado?” (NVI). Las palabras que usa Pablo aquí hasta pueden sugerir que la fuente real detrás de la condición de los gálatas era el diablo (2 Cor. 4:4).

Lo que desconcierta a Pablo sobre el hecho de que los gálatas hayan apostatado del evangelio es que ellos sabían que la salvación estaba fundamentada en la cruz de Cristo. No era algo que se les pudiera haber pasado por alto. La palabra traducida como “presentado” en Gálatas 3:1 significa literalmente “empapelado” o “pintado”. Se utilizaba para describir toda proclamación pública. Pablo está diciendo que la cruz era una parte tan central de su predicación que los gálatas, de hecho, habían visto en el ojo de su mente a Cristo crucificado (1 Cor. 1:23; 2:2). En un sentido, está diciendo que, por sus acciones, están dándole la espalda a la cruz.

Pablo luego contrasta la experiencia presente de los gálatas con el modo en que llegaron a conocer a Cristo haciéndoles algunas preguntas retóricas. ¿Cómo recibieron al Espíritu?, es decir, ¿cómo llegaron a ser cristianos? Y desde una perspectiva un poco diferente, ¿por qué Dios les otorgó el Espíritu? ¿Fue porque hicieron algo para merecerlo? ¡Desde luego que no! Más bien, fue porque creyeron las buenas nuevas de lo que Cristo ya había hecho por ellos. Habiendo comenzado correctamente, ¿qué los haría pensar que ahora debían depender de su propio comportamiento?

 

¿Cuán a menudo te viene el pensamiento: Estoy haciendo las cosas bastante bien. Soy un cristiano sólido, no hago esto y no hago aquello… Y, luego, aun sutilmente, piensas que de alguna manera eres lo suficientemente bueno para ser salvo? ¿Cuál es el problema con ese pensamiento?

CIMENTADOS EN LA ESCRITURA

 

Hasta aquí, en su carta a los Gálatas, Pablo ha defendido su evangelio de la justificación por la fe apelando al acuerdo realizado con los apóstoles en Jerusalén (Gál. 2:1-10) y a la experiencia personal de los gálatas mismos (Gál. 3:1-5). A partir de Gálatas 3:6, Pablo ahora se refiere al testimonio de las Escrituras para la confirmación final más importante de su evangelio. De hecho, Gálatas 3:6 a 4:31 está formado de argumentos progresivos, basados en la Escritura.

 

¿Qué quiere decir Pablo cuando escribe acerca de la “Escritura” en Gálatas 3:6 al 8? Considera Romanos 1:2; 4:3; 9:17.

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Es importante recordar que, cuando Pablo escribió su carta a los Gálatas, no había un “Nuevo Testamento”. Pablo fue el primer escritor del Nuevo Testamento. El evangelio de Marcos probablemente sea el más antiguo de los cuatro evangelios, pero presumiblemente no fue escrito sino hasta cerca de la muerte de Pablo (65 d.C.), es decir, unos quince años después de la carta de Pablo a los Gálatas. Por lo tanto, cuando Pablo se refiere a las Escrituras, solamente está pensando en el Antiguo Testamento.

Las Escrituras del Antiguo Testamento juegan un papel importante en las enseñanzas de Pablo. Él no las ve como textos muertos sino como la Palabra viva y autorizada de Dios. En 2 Timoteo 3:16, Pablo escribe: “Toda la Escritura es inspirada por Dios”. La palabra traducida como “inspirada” es theopneustos. La primera parte de la palabra (theo) significa “Dios”, mientras que la segunda parte significa “respirada”. La Escritura es “respirada por Dios”. Pablo usa la Escritura para demostrar que Jesús es el Mesías prometido (Rom. 1:2), para dar instrucciones sobre la vida cristiana (Rom. 13:8-10), y para probar la validez de sus enseñanzas (Gál. 3:8, 9).

Es difícil determinar exactamente cuántos centenares de veces cita Pablo del Antiguo Testamento, pero pueden encontrarse citas a lo largo de todas sus cartas, salvo las más cortas: Tito y Filemón.

 

Lee detenidamente Gálatas 3:6 al 14. Identifica los pasajes que Pablo cita del Antiguo Testamento en esos versículos. ¿Qué nos dice eso acerca de cuánta autoridad tenía el Antiguo Testamento para él?

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¿Te preguntas a veces si una parte de la Biblia es más “inspirada” que otras? Considerando la declaración de Pablo en 2 Timoteo 3:16, ¿cuál es el peligro de esa línea de pensamiento?

CONTADO POR JUSTICIA

 

¿Por qué piensas que Pablo apela primeramente a Abraham al recurrir a las Escrituras para validar su mensaje evangélico? (Gál. 3:6).

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Abraham era un personaje central en el judaísmo. No solamente era el padre de la raza judía, sino que los judíos en tiempos de Pablo también lo veían como el prototipo de cómo debería ser un verdadero judío. Muchos no solamente creían que su característica distintiva era la obediencia, sino que Dios había declarado justo a Abraham por causa de esa obediencia. Al fin y al cabo, Abraham había abandonado su patria y su familia, aceptó la circuncisión, y hasta estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo por mandato de Dios. ¡Eso es obediencia! Al insistir con la circuncisión, los oponentes de Pablo evidentemente argumentaban en esta misma dirección.

Sin embargo, Pablo les vuelve su propio argumento en contra al apelar a Abraham (nueve veces en Gálatas) como un ejemplo de fe en vez de obediencia a la ley.

 

Considera la cita de Pablo de Génesis 15:6. ¿Qué significa cuando dice que la fe de Abraham le fue “contada por justicia”? (Ver también Rom. 4:3-6, 8-11, 22-24.)

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Mientras que la “justificación” era una metáfora tomada del mundo legal, la palabra contado o considerado es una metáfora extraída del área de los negocios. Puede significar “acreditar”, o “colocar algo a cuenta de uno”. No solamente se usa en Gálatas 3:6 en relación con Abraham, sino que aparece once veces más en conexión con el mismo patriarca. Algunas versiones de la Biblia traducen esta palabra como contado, considerado, o imputado.

Según la metáfora de Pablo, lo que se coloca en nuestra cuenta es la justicia. Sin embargo, la pregunta es, ¿en base a qué nos cuenta Dios como justos? Ciertamente no puede ser sobre la base de la obediencia, a pesar de lo que afirmaban los oponentes de Pablo. No importa qué dijeran sobre la obediencia de Abraham, las Escrituras dicen que fue por causa de la fe de Abraham que Dios lo contó como justo.

La Biblia es clara: la obediencia de Abraham no era la base de su justificación; de hecho, era el resultado. Él no hizo las cosas que hizo para ser justificado; las hizo porque ya había sido justificado. La justificación lleva a la obediencia, y no viceversa.

 

Medita en lo que significa esto: que eres justificado no por algo que haces sino solamente por lo que Cristo ha hecho por ti. ¿Por qué estas son nuevas tan buenas? ¿De qué manera puedes aprender a hacer tuya esa verdad; es decir, a creer que se aplica a ti, personalmente, más allá de tus luchas, tu pasado e, incluso, tu presente?

EL EVANGELIO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

 

“Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones” (Gál. 3:8). Pablo escribe que a Abraham no solo se le predicó el evangelio, sino que fue Dios quien lo predicó; por lo tanto, debe haber sido el evangelio verdadero. Pero ¿cuándo le predicó Dios el evangelio a Abraham? La cita de Pablo de Génesis 12:3 indica que tiene en mente el pacto que Dios hizo con Abraham cuando lo llamó en Génesis 12:1 al 3.

 

Lee Génesis 12:1 al 3. ¿Qué nos dice esto acerca de la naturaleza del pacto que Dios hizo con Abraham?

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La base del pacto de Dios con Abraham se centraba en las promesas que Dios le hizo. Las promesas de Dios a Abraham son increíbles porque son completamente unilaterales. Dios hace todas las promesas; Abraham no promete nada. Esto es lo contrario del modo en que la mayoría intenta relacionarse con Dios. Por lo general, prometemos servirlo, solamente si él hace algo por nosotros como condición. Pero eso es legalismo. Dios no le pidió a Abraham que le prometiera nada, sino que aceptara las promesas de Dios por la fe. Por supuesto, esa no era una tarea fácil, porque Abraham tuvo que aprender a confiar completamente en Dios y no en sí mismo (ver Gén. 22). Por lo tanto, el llamado a Abraham ilustra la esencia del evangelio, que es la salvación por la fe.

Algunos concluyen erróneamente que la Biblia enseña dos formas de salvación. Afirman que en tiempos del Antiguo Testamento la salvación se basaba en guardar los mandamientos; luego, como eso no funcionó muy bien, Dios abolió la ley e hizo posible la salvación por la fe. Esto no podría estar más alejado de la verdad. Como escribió Pablo en Gálatas 1:7, hay un solo evangelio.

 

¿Qué otros ejemplos puedes encontrar en el Antiguo Testamento sobre la salvación solo por la fe? Ver, por ejemplo, Levítico 17:11; Salmo 32:1 al 5; 2 Samuel 12:1 al 13; Zacarías 3:1 al 4.

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A menudo escuchamos la frase: “gracia barata”. Sin embargo, es un calificativo poco apropiado. La gracia no es barata; es gratis (por lo menos para nosotros). Pero la arruinamos cuando pensamos que podemos añadirle nuestras obras o cuando pensamos que podemos utilizarla como una excusa para pecar. En tu propia experiencia, ¿hacia cuál de estas posturas te sientes más propenso a inclinarte, y cómo puedes evitarlo? 

REDIMIDOS DE LA MALDICIÓN

 

Los oponentes de Pablo sin duda quedaron estupefactos por sus palabras de Gálatas 3:10. Ciertamente no consideraban que se encontraban bajo una maldición; de hecho, esperaban ser bendecidos por su obediencia. Sin embargo, Pablo no deja lugar a dudas: “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas”.

Pablo está contrastando dos alternativas completamente diferentes: salvación por la fe y salvación por obras. Las bendiciones y maldiciones del pacto, presentadas en Deuteronomio 27 y 28, eran sencillas. Aquellos que obedecían eran benditos, aquellos que desobedecían eran malditos. Eso significa que, si una persona desea depender de la obediencia a la ley para ser acepto ante Dios, entonces debe guardar toda la ley. No tenemos la libertad de seleccionar y elegir lo que deseamos obedecer; tampoco deberíamos suponer que Dios está dispuesto a pasar por alto algunos errores de tanto en tanto. Es todo o nada.

Por supuesto, estas no son buenas nuevas, no solo para los gentiles sino también para los oponentes legalistas de Pablo, porque “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23). No importa cuánto intentemos ser buenos, la ley solamente puede condenarnos como transgresores de la ley.

 

¿De qué manera Cristo nos libró de la maldición de la ley? Ver Gálatas 3:13; 2 Corintios 5:21.

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Pablo introduce otra metáfora para explicar lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo. La palabra redimir significa “comprar nuevamente”. Se usaba para referirse al pago del rescate para liberar rehenes o el precio pagado para liberar a un esclavo. Debido a que la paga del pecado es la muerte, la maldición por no guardar la ley a menudo era una sentencia de muerte. El rescate pagado por nuestra salvación no fue insignificante; a Dios le costó la vida de su propio Hijo (Juan 3:16). Jesús nos rescató de la maldición al cargar con nuestros pecados (1 Cor. 6:20; 7:23). Tomó voluntariamente nuestra maldición sobre sí mismo y sufrió en nuestro favor la penalidad completa del pecado (2 Cor. 5:21).

Pablo cita Deuteronomio 21:23 como prueba bíblica. Según la costumbre judía, una persona se hallaba bajo la maldición de Dios si, luego de ser ejecutado, el cuerpo era colgado de un árbol. La muerte de Jesús en la cruz se consideraba un ejemplo de esta maldición (Hech. 5:30; 1 Ped. 2:24).

                No es de extrañar, entonces, que la cruz era una piedra de tropiezo para algunos judíos que no podían concebir la idea de que el Mesías fuera maldito ante Dios. Pero este era exactamente el plan de Dios. Sí, el Mesías cargó con una maldición, pero no era su propia maldición, ¡era la nuestra!

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “Sobre Cristo como substituto y garante nuestro fue puesta la iniquidad de todos nosotros. Fue contado por transgresor, a fin de que pudiese redimirnos de la condenación de la ley. La culpabilidad de cada descendiente de Adán abrumó su corazón. La ira de Dios contra el pecado, la terrible manifestación de su desagrado por causa de la iniquidad, llenó de consternación el alma de su Hijo. Toda su vida, Cristo había estado proclamando a un mundo caído las buenas nuevas de la misericordia y el amor perdonador del Padre. Su tema era la salvación aun del principal de los pecadores. Pero en estos momentos, sintiendo el terrible peso de la culpabilidad que lleva, no puede ver el rostro reconciliador del Padre. Al sentir el Salvador que de él se retraía el semblante divino en esta hora de suprema angustia, atravesó su corazón un pesar que nunca podrá comprender plenamente el hombre. Tan grande fue esa agonía que apenas le dejaba sentir el dolor físico” (DTG 701).

“Entonces Lutero inició resueltamente su obra como campeón de la verdad. Su voz se oyó desde el púlpito en seria y solemne advertencia. Expuso ante la gente el carácter ofensivo del pecado y le enseñó que le es imposible al hombre, por medio de sus propias obras, reducir su culpabilidad o evitar el castigo. Sólo el arrepentimiento ante Dios y la fe en Cristo pueden salvar al pecador. La gracia de Cristo no se puede comprar; es un don gratuito. Aconsejaba a sus oyentes que no comprasen indulgencias, sino que mirasen con fe al Redentor crucificado” (CS 138).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

Incluso hoy, en nuestra propia iglesia, a algunos les cuesta aceptar que la salvación es solamente por la fe, que la gracia de Dios, por medio de Cristo, nos salva, aparte de nuestras obras. ¿Qué hay detrás de esta renuencia de algunos a aceptar esta verdad crucial?

Pablo habló con mucha vehemencia acerca del error teológico de la salvación por obras. ¿Qué nos dice eso acerca de la importancia de la buena teología? ¿Por qué deberíamos nosotros, como iglesia, posicionarnos con firmeza, si es necesario, cuando se enseña el error en nuestro medio?

Resumen: De principio a fin, en la vida cristiana, la base de nuestra salvación es la fe sola en Cristo. Por causa de la fe en las promesas de Dios Abraham fue contado como justo, y ese mismo regalo de justificación está disponible para todos lo que hoy comparten la fe de Abraham. La única razón por la que no somos condenados por nuestros errores es porque Jesús pagó el precio por nuestros pecados al morir en nuestro lugar.

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